Maggie y su siesta en el parque



Maggie era una perra viejita, de pelaje blanco y negro, que vivía en una pequeña casa con su dueña, Sofía.

A pesar de sus años, Maggie seguía siendo muy activa y le gustaba mucho pasar tiempo en el jardín tomando sol. Un día, mientras disfrutaba del cálido sol de la tarde, Maggie notó que algo no estaba bien. Se sentía un poco mareada y débil.

Sofía se dio cuenta de que algo andaba mal con su amiga canina y decidió llevarla al veterinario. "¿Qué le pasa a mi Maggie?" preguntó preocupada Sofía al veterinario. "Lamentablemente tu perrita tiene problemas de salud debido a su edad avanzada" respondió el veterinario.

Sofía se sintió muy triste al escuchar esto pero decidió hacer todo lo posible para ayudar a su querida mascota. Empezaron a darle medicamentos especiales y la cuidaron con mucho amor y atención.

Pero Maggie no se sentía feliz estando en casa todo el día sin poder tomar sol como le gustaba. Un día, mientras Sofía estaba trabajando en el jardín trasero, Maggie aprovechó un momento descuidado para escaparse por la puerta abierta. Sofia salió corriendo detrás de ella pero no pudo alcanzarla.

Mientras tanto, Maggie seguía caminando por las calles del vecindario hasta que llegó a un parque cercano donde había muchos árboles grandes que proporcionaban sombra fresca.

Maggie se acostó debajo de uno de los árboles y cerró los ojos para tomar una siesta reparadora bajo la sombra fresca. De repente, escuchó una voz suave que la llamaba. Era un niño pequeño que se acercaba a ella.

"¡Hola perrita! ¿Cómo estás?" preguntó el niño con una sonrisa en su rostro. Maggie abrió los ojos y vio al pequeño niño parado frente a ella. El niño empezó a hablarle y Maggie lo escuchaba atentamente.

El niño le contó historias divertidas y Maggie se sintió muy feliz de tener compañía. "Gracias por hacerme sentir mejor" dijo Maggie antes de que el niño se fuera. De regreso en casa, Sofía estaba muy preocupada por Maggie pero cuando vio a su amiga canina volver sana y salva, sintió un gran alivio.

Sofía decidió llevarla al parque todos los días para que pudiera tomar sol bajo la sombra fresca de los árboles mientras hacía nuevos amigos como el pequeño niño del día anterior.

Con el tiempo, Maggie se recuperó completamente gracias al amor y cuidado de Sofía y también aprendió a disfrutar de las cosas simples como tomar siestas bajo la sombra fresca mientras hacía nuevos amigos. Y así, juntas siguieron viviendo felices hasta el final de sus días.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!