Mágica, la Bruja del Bosque
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos, una bruja llamada Mágica. A diferencia de las brujas de los cuentos que se cuentan al caer la tarde, Mágica tenía un corazón bondadoso y siempre buscaba ayudar a quienes la rodeaban. Su cottage estaba lleno de frascos con ingredientes mágicos, que utilizaba para preparar pociones que curaban heridas y hacían crecer las flores más hermosas.
Sin embargo, los habitantes del pueblo no conocían su lado amable. Habían escuchado rumores de que Mágica era malvada, así que la evitaban, cruzaban la calle para no pasar cerca de su casa y siempre murmuraban entre ellos. "Mirá, ahí viene Mágica, seguramente está buscando a quién encantar", decían mientras la miraban con desconfianza.
Un día, mientras Mágica recolectaba hierbas en el bosque, escuchó un potente llanto. Era una pequeña niña llamada Sofía, que se había perdido. Mágica recordó que Sofía había estado enferma y ella le había preparado una poción que la ayudó a sanar. Así que sin dudarlo, decidió ayudarla.
"Hola, Sofía. No llores, yo te ayudaré a encontrar el camino de vuelta a casa", dijo Mágica con una voz suave.
"Pero, ¡tú eres una bruja! ¡Me da miedo acercarme a ti!", respondió la niña, temblando.
"Entiendo que sientas miedo, pero no soy como dicen. Yo quiero ayudarte. Ven, sígueme, tengo un hechizo que puede iluminar nuestro camino."
Sofía, aunque asustada, decidió seguirla. Mágica agitó su varita y un brillo dorado llenó el aire. Los árboles se lucieron con luces brillantes y el miedo de Sofía comenzó a desvanecerse. Cuanto más caminaban, más divertida se hacía la travesía.
Mágica usó su magia para crear flores que bailaban al son del viento y pajaritos que cantaban alegres canciones. La pequeña se fue sintiendo cada vez más cómoda y comenzó a contarle sobre su vida en el pueblo.
"Una vez vi un gato que estaba atrapado en un árbol, y las personas decían que solo tú podías ayudarlo. Está bien que se asusten, porque no me siento así con un lugar donde mágico no existe. ¿Cómo sabes que eres buena?"
Mágica sonrió. "La magia no es solo lo que ves, Sofía. La verdadera magia está en lo que hacemos por los demás, en cómo nos sentimos al ayudar, y en cada sonrisa que provocamos'."
Finalmente, después de una jornada llena de risas y aventuras, llegaron al borde del pueblo. Sofía, antes de despedirse, miró a Mágica y le dijo:
"Gracias, Mágica. ¡Eres la bruja más buena del mundo!"
Mágica sonrió, sorprendida por la sinceridad de la pequeña. "Solo hice lo que el corazón me dictó, Sofía. Recuerda, la magia está en todos nosotros, solo hay que decidir usarla para el bien."
Sofía volvió al pueblo y, tras contar su historia, los lugareños comenzaron a mirar a Mágica con nuevos ojos. Al poco tiempo, decidieron que la ayudarían en su jardín, y Mágica, a su vez, comenzó a enseñarles sobre plantas y pociones.
De esta forma, el miedo se transformó en amistad, y el pueblo descubrió lo que Mágica realmente era: una bruja que con su magia iluminaba sus vidas, y ellos, a su vez, iluminaron la de ella. Y así, juntos, construyeron una comunidad más unida.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.