Majo y la Aventura del Fogón
Era una hermosa mañana de sábado en el barrio de Majo. El sol brillaba y los pájaros cantaban a su alrededor. Majo, una niña curiosa y alegre, estaba lista para un día de aventuras con sus amigos Tomás y Valeria.
"¡Hoy vamos a hacer una excursión al bosque!" - exclamó Majo mientras ataba sus zapatillas.
"¡Sí! Y después de eso, vamos a disfrutar de una carne asada con la familia" - añadió Valeria, sonriendo emocionada.
Tomás, que estaba un poco más callado, levantó la vista y dijo:
"No se olviden de la fogata. ¡Es fundamental para asar las carnes!"
Los tres amigos se pusieron en marcha, llevando consigo todo lo necesario: una mochila con comida, agua, mantas y muchas ganas de explorar. Cuando llegaron al bosque, se adentraron entre los árboles, buscando lugares especiales para jugar.
Mientras caminaban, Majo vio un claro hermoso lleno de flores y mariposas.
"¡Miren esto!" - dijo Majo, señalando las coloridas mariposas que revoloteaban.
"¡Es un lugar perfecto para descansar!" - comentó Valeria, sentándose suavemente sobre el césped.
"Vamos a hacer una competencia de saltos" - propuso Tomás. Así que los tres se lanzaron a dar saltos y risas, creando momentos maravillosos.
Después de un rato de jugar, Majo se dio cuenta de que el sol comenzaba a ponerse y que era hora de pensar en la carne asada.
"¡Chicos! Es hora de preparar la fogata" - dijo Majo, mientras comenzaba a recoger algunas ramas.
"Yo traigo las piedras para hacer el círculo" - sumó Tomás.
"Y yo traigo el fósforo" - dijo Valeria con una sonrisa, mientras sacaba un pequeño paquete de su mochila.
Cuando la fogata estuvo lista, se sentaron alrededor, disfrutando del calorcito que brindaba. Majo miró a sus amigos y dijo:
"Nunca habíamos hecho esto en el bosque. Estoy feliz de estar con ustedes".
"¡Yo también!" - respondió Valeria mientras comenzaba a preparar la carne.
"Este es el mejor día de todos, Majo" - agregó Tomás mientras miraba las llamas.
Justo cuando estaban a punto de comenzar a disfrutar de su carne asada, un ruido extraño interrumpió su felicidad.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Valeria, mirando hacia el bosque.
"No sé, pero suena como... ¡un perro!" - respondió Tomás.
De repente, un perro pequeñito salió corriendo entre los árboles.
"¡Miren!" - gritó Majo mientras se agachaba para acercarse al perrito.
"¡Hola, perrito!" - dijo Valeria, con una sonrisa melosa.
El perrito movía la cola con entusiasmo.
"Parece que está perdido" - reflexionó Tomás.
"Quizás deberíamos ayudarlo" - sugirió Majo, mientras acariciaba la cabeza del perrito.
Los amigos decidieron dejar a un lado la carne asada por un momento y buscar la manera de ayudar al perrito. Estuvieron un rato haciéndole preguntas a los posibles dueños en el bosque, preguntando si alguien lo había visto.
"A veces, los animales pueden extraviarse, igual que las personas, ¿no?" - comentó Valeria mientras paseaban.
"Sí, pero siempre es bueno ayudar" - respondió Majo, determinada a encontrar a alguien que lo estuviera buscando.
Tras recorrer un poco más, encontraron a un grupo de personas que se mostraron muy preocupadas por un pequeño perrito que se había perdido.
"¡Es él!" - gritaron al unísono los amigos.
"¡Lo encontramos!" - exclamó Valeria mientras se lo entregaban a su dueño.
El dueño, un niño del vecindario, estaba muy agradecido.
"¡Muchas gracias, chicos! No sabía qué hacer y pensé que no lo volvería a ver" - dijo el niño, abrazando al perrito con alegría.
Poco después, el grupo volvió a la fogata, contentos por lo que habían logrado.
"A veces, una aventura puede llevarnos a ayudar a los demás y hacer buenas acciones" - mencionó Tomás, asando la carne que habían comenzado a preparar.
Los tres amigos rieron y celebraron el día, no sólo por la excursión, sino también por la forma en que habían hecho una diferencia en la vida de alguien más.
El sol se ocultó, y la fogata llenó el paisaje de luz y calor, mientras compartían sus historias y su amistad.
"Espero que siempre tengamos días así" - dijo Majo, mientras cerraban el día.
"¡Sí! Con aventuras, amigos y un perrito rescatado!" - dijo Valeria con una gran sonrisa.
Y así, esa noche bajo las estrellas, Majo y sus amigos aprendieron que la verdadera aventura no es solo recorrer lugares nuevos, sino también ayudar a quienes nos rodean.
Fin.
FIN.