Malena y el club de los campeones
Había una vez una niña llamada Malena, que tenía 4 años y era muy activa. A ella le encantaba hacer deporte y siempre estaba buscando nuevas actividades para divertirse.
Un día, su mamá le habló de un club deportivo al que podía unirse. Malena se emocionó mucho con la idea de unirse al club y conocer a otros niños con los mismos intereses. Así que, junto a su mamá, se dirigió al club para inscribirse.
Cuando llegaron, fueron recibidos por el profesor Fabri, quien les dio la bienvenida. "¡Hola Malena! Me alegra verte aquí", dijo el profesor Fabri con una sonrisa amigable. "¡Hola profe Fabri! Estoy muy emocionada de unirme al club", respondió Malena entusiasmada.
El profesor Fabri le explicó a Malena todas las actividades que podía realizar en el club: tenis, natación, fútbol y muchas otras más. La pequeña no podía contener la emoción y decidió probar todas las disciplinas.
Los días pasaban y Malena iba descubriendo sus habilidades en cada deporte. En el tenis demostraba tener mucha precisión en sus golpes y en la natación nadaba como pez en el agua.
Pero lo más importante era que siempre lo hacía con una gran sonrisa en su rostro. Un día, mientras practicaba tenis con algunos compañeros del club, notó algo triste en uno de ellos. Era Juanito, un niño tímido que apenas hablaba con los demás.
"¿Qué te pasa Juanito? ¿Por qué estás triste?", preguntó Malena preocupada. "Es que no me siento muy seguro jugando al tenis. Creo que no soy tan bueno como los demás", respondió Juanito con voz baja.
Malena se acercó a él y le dio una palmadita en el hombro. "No te preocupes, Juanito. Todos tenemos nuestras fortalezas y debilidades. Lo importante es disfrutar del juego y hacer nuestro mejor esfuerzo". Juanito sonrió tímidamente y decidió seguir jugando.
Con el tiempo, Malena notó cómo su nuevo amigo comenzaba a ganar confianza en sí mismo y a divertirse más con el tenis. Un día, mientras practicaban natación juntos, Malena descubrió que a su amiga Sofía le costaba mucho nadar de espalda.
La niña se sentía frustrada porque siempre terminaba chocando contra la pared de la piscina. "Tranquila Sofía, yo te puedo enseñar", dijo Malena decidida.
Con paciencia, Malena le mostró a Sofía cómo mover sus brazos y piernas para nadar correctamente de espalda. Poco a poco, Sofía fue mejorando su técnica y logró nadar sin problemas. El club deportivo se convirtió en un lugar donde todos aprendían unos de otros y se apoyaban mutuamente.
Cada uno tenía algo especial que ofrecer al grupo, ya fuera habilidad física o simplemente una actitud positiva. Al final del año, el profesor Fabri organizó una competencia entre los niños del club. Todos estaban emocionados por mostrar lo aprendido durante ese tiempo.
Aunque algunos ganaron medallas y trofeos, lo más importante fue el espíritu de compañerismo y amistad que se había formado. Malena aprendió que cuando uno hace lo que le gusta y comparte su pasión con los demás, puede lograr cosas increíbles.
Además, descubrió la importancia de ayudar a los demás y nunca rendirse ante los desafíos. Y así, Malena siguió siendo parte del club deportivo durante muchos años más, siempre feliz y dispuesta a superarse a sí misma.
FIN.