Malina y la piedra de los sueños
Malina era una pequeña esquimal de 6 años que vivía en el Polo Norte. Desde que tenía memoria, siempre había sido muy friolera.
A pesar de tener un abrigo grueso y botas especiales, el frío penetrante del lugar la hacía temblar constantemente. Un día, mientras Malina estaba pescando con su padre en el mar helado, vio algo brillante entre los bloques de hielo. Se acercó con curiosidad y descubrió una piedra mágica que emitía calor.
Al sostenerla en sus manos, sintió un confort y una sensación reconfortante que nunca antes había experimentado. "¡Papá, mira lo que encontré!", exclamó Malina emocionada mostrándole la piedra a su padre.
"¡Es increíble, hija! Esta piedra parece ser especial", respondió su padre con asombro. Malina sabía entonces lo que debía hacer: partir en busca del calor para dejar atrás el frío eterno del Polo Norte.
Pero antes de emprender su viaje, debía pasar la prueba del iglú para demostrar que era una adulta esquimal capaz de cuidarse a sí misma. Esa misma noche, Malina se preparó para construir su propio iglú. Tomó bloques de hielo y los dispuso con cuidado siguiendo las enseñanzas de su padre.
A pesar del frío intenso y el viento cortante, Malina perseveró con determinación y paciencia. Después de varias horas de arduo trabajo, finalmente completó su iglú.
Estaba orgullosa de su creación y sabía que era hora de enfrentar la última prueba: pasar la noche dentro del iglú para demostrar su valentía y resistencia al frío extremo. Con un poco de miedo pero también mucha valentía, Malina se adentró en el iglú y se acurrucó junto a la entrada.
El viento soplaba fuerte afuera y el frío seguía siendo intenso, pero ella se mantuvo firme recordando la sensación reconfortante de la piedra mágica en sus manos.
La noche fue larga y fría, pero Malina resistió hasta el amanecer cuando finalmente salió del iglú victoriosa. Su padre la esperaba afuera con una sonrisa inmensa en el rostro. "¡Hija mía, has demostrado ser una verdadera esquimal adulta! Estoy muy orgulloso de ti", dijo su padre abrazándola con cariño.
Malina supo entonces que estaba lista para emprender su viaje en busca del calor perdido.
Con la piedra mágica como guía y su experiencia en el iglú como fortaleza, partió hacia nuevos horizontes llenos de aventuras por descubrir fuera del Polo Norte. Y así, Malina inició un viaje lleno de aprendizajes donde descubrió no solo nuevas tierras cálidas sino también todo lo valiente y fuerte que podía llegar a ser cuando se lo proponía.
FIN.