Mamá Cabra y el Lobo Astuto



En un bosque encantado, rodeado de árboles altos y flores de colores vibrantes, se encontraba una casita acogedora donde vivía mamá cabra junto a sus tres cabritos: Tito, Lola y Pancho.

La familia vivía feliz entre risas y juegos, siempre protegidos por el amoroso cuidado de mamá cabra. Una mañana soleada, mamá cabra decidió ir al bosque en busca de alimentos frescos para su familia.

Antes de salir les dijo a sus pequeños: "Hijitos queridos, no abran la puerta a nadie mientras no esté yo. El lobo anda merodeando por estos lugares y debemos tener cuidado". Los cabritos asintieron con seriedad y prometieron obedecer.

Mientras mamá cabra recogía hierbas silvestres, el astuto lobo los observaba desde lejos con ojos hambrientos. Decidió entonces acercarse a la casita y tocó suavemente la puerta. Tito, el cabrito más travieso, corrió emocionado creyendo que era su mamá.

Pero Pancho lo detuvo diciendo: "Espera Tito, recordemos lo que nos dijo mamá". "¿Quién es?", preguntó Pancho con voz temblorosa. "Soy una amiga de su madre", respondió el lobo tratando de sonar amable. Los tres cabritos intercambiaron miradas nerviosas pero recordaron las palabras de precaución de su madre.

Entonces Lola habló valientemente: "Lo siento señora amiga, pero no podemos abrirle la puerta sin mi mamá presente". El lobo fingió estar sorprendido por tanta inteligencia en unos pequeños cabritos y decidió cambiar su estrategia.

Con voz melosa les dijo: "¡Oh queridos! Su madre me envió para llevarlos a un lugar mejor donde hay dulces y juguetes ¡Vengan conmigo!". Los tres hermanos se miraron confundidos ante esta nueva propuesta tentadora del lobo disfrazado.

Sin embargo, recordaron las enseñanzas de su madre sobre no dejarse engañar por extraños. Entonces Tito exclamó decidido: "No te creemos ¡Eres el malvado lobo! ¡Corramos a refugiarnos dentro!".

El lobo enfurecido intentó derribar la puerta con fuerza pero los ingeniosos cabritos lograron escapar por una ventana trasera antes de que pudiera atraparlos. Corrieron velozmente hacia el bosque donde encontraron a mamá cabra quien regresaba cargada de alimentos frescos.

Entre sollozos y relatos apresurados los cabritos le contaron todo lo ocurrido mientras ella los abrazaba aliviada. Mamá cabra les sonrió con orgullo y les dijo: "¡Bravo mis valientes hijos! Han demostrado sabiduría y coraje frente al peligro. Juntos somos fuertes y podemos superar cualquier desafío".

Desde ese día, los cuatro vivieron aún más unidos aprendiendo juntos nuevas lecciones sobre astucia e intuición en medio del mágico bosque que los cobijaba con amor infinito.

Y así, entre aventuras emocionantes e inolvidables momentos en familia, la casita en el bosque siguió siendo un hogar lleno de alegría donde reinaban la solidaridad y la valentía ante cualquier adversidad.

FIN.

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