Manchas Blancas


Había una vez una perrita llamada Arena, que vivía feliz junto a sus dos dueñas, Cele y Laika. Ellas eran inseparables y siempre hacían todo juntas: desde salir a caminar por el parque hasta jugar en casa.

Un día, mientras paseaban por el parque, Arena vio a un grupo de perros jugando con una pelota. Ella se acercó emocionada para unirse al juego, pero los otros perros la rechazaron por ser diferente.

Arena tenía manchas blancas en su pelaje marrón y algunos de los otros perros se burlaban de ella. Cele y Laika notaron lo triste que estaba su amiga peluda y decidieron hacer algo al respecto. "No hay nada malo en ser diferente", dijo Cele.

"De hecho, es lo que nos hace únicos", agregó Laika.

Así que comenzaron a enseñarle a Arena algunas habilidades especiales que solo ella podía hacer: saltar más alto gracias a sus patas largas o encontrar objetos perdidos gracias a su olfato agudo. Poco tiempo después, Arena volvió al parque con sus dueñas y demostró todas las cosas increíbles que había aprendido. Los demás perros se quedaron impresionados y comenzaron a aceptarla como una más del grupo.

Desde ese día en adelante, todos los perros del parque querían jugar con Arena porque sabían que era especial de muchas maneras diferentes.

Y aunque todavía tenía algunas manchas blancas en su pelaje marrón, ya no le importaba porque sabía que eso era lo que la hacía única e inolvidable. La moraleja de esta historia es simple: cada uno de nosotros es especial de nuestra propia manera y debemos celebrar nuestras diferencias en lugar de avergonzarnos de ellas.

Así como Arena aprendió a aceptarse a sí misma, todos podemos aprender a amarnos y valorarnos tal como somos.

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