Manchitas y la lección de humildad


Había una vez en un lejano pueblo de la provincia de Buenos Aires, un pequeño pajarito llamado Manchitas que soñaba con volar más alto que ningún otro pájaro en el cielo.

Manchitas era un jilguero muy curioso y valiente, siempre buscando nuevas aventuras y retos para superarse a sí mismo. Un día, mientras volaba por el bosque, Manchitas escuchó a lo lejos a un águila real presumiendo de ser el ave más poderosa y veloz del lugar.

Intrigado por las palabras del águila, Manchitas decidió acercarse y retarla a una carrera hasta la cima de la montaña más alta. "¡Hola águila real! He venido a desafiarte a una carrera hasta la cima de la montaña.

¿Aceptas mi reto?" -dijo Manchitas con determinación. El águila real, sorprendida por la valentía del pequeño jilguero, aceptó el desafío con una sonrisa altanera. La carrera comenzó y ambos pájaros se lanzaron al cielo con todas sus fuerzas.

El águila real pronto tomó ventaja gracias a su gran tamaño y potentes alas, dejando atrás a Manchitas que luchaba por no rendirse.

Sin embargo, cuando el águila estaba a punto de llegar primero a la cima de la montaña, una fuerte ráfaga de viento desvió su trayectoria hacia los árboles. Mientras tanto, Manchitas mantenía su rumbo firme y constante sin dejarse distraer por lo que ocurría alrededor.

Finalmente, Manchitas llegó triunfante a la cima de la montaña antes que el águila real.

Exhausto pero feliz por haber logrado su objetivo, se dio cuenta de que no se trataba solo de ser el más rápido o poderoso en el aire; sino también de ser constante, valiente y enfocarse en alcanzar sus metas sin dejarse llevar por las distracciones o arrogancia. El águila real humildemente felicitó a Manchitas por su victoria y ambos compartieron risas y anécdotas mientras contemplaban juntos el hermoso paisaje desde lo alto de la montaña.

Desde ese día en adelante, Manchitas siguió explorando nuevos horizontes con confianza en sí mismo y respeto hacia los demás habitantes del bosque.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; pero recuerda siempre: ¡nunca subestimes el valor del esfuerzo constante y la humildad en tus aventuras!

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