Manchitas y la zanahoria perdida
Había una vez un monstruo amarillo llamado Manchitas, que vivía en un bosque encantado. A diferencia de los demás monstruos, Manchitas siempre tenía una gran sonrisa en su rostro y se sentía lleno de alegría todo el tiempo.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Manchitas encontró a su amigo Conejito llorando debajo de un árbol. Rápidamente se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. "¡Oh Manchitas! Estoy triste porque no puedo encontrar mi zanahoria favorita.
Sin ella, no puedo hacer mi delicioso guiso", respondió Conejito con lágrimas en los ojos. Manchitas sabía lo importante que era esa zanahoria para Conejito y decidió ayudarlo a buscarla.
Juntos comenzaron a rastrear por todo el bosque en busca de la deliciosa zanahoria perdida. Después de mucho buscar, finalmente encontraron una pequeña huella cerca del río. Siguiendo las huellas, llegaron hasta la guarida de Ratóncito.
"¡Hola Ratóncito! ¿Has visto la zanahoria favorita de Conejito?", preguntó Manchitas lleno de entusiasmo. Ratóncito miró nervioso hacia el suelo y confesó que había tomado prestada la zanahoria para hacer una sopa para su familia hambrienta. Manchitas sabía lo valiosa que era la amistad y cómo podían ayudarse mutuamente.
Le propuso a Ratóncito compartir la zanahoria con él y Conejito para que todos pudieran disfrutar de una deliciosa comida.
"¡Eso sería maravilloso! Estoy seguro de que mi familia estaría muy agradecida", respondió Ratóncito con una sonrisa en su rostro. Juntos, Manchitas, Conejito y Ratóncito prepararon un festín con la zanahoria. Cocinaron el guiso más delicioso que jamás habían probado y lo compartieron entre risas y alegría.
Después de esa experiencia, Manchitas se dio cuenta de lo importante que era ayudar a los demás y compartir la felicidad. Decidió convertirse en un monstruo amarillo especializado en hacer sonreír a todos los habitantes del bosque encantado.
Desde ese día, Manchitas organizaba fiestas sorpresa, cantaba canciones divertidas y contaba chistes para alegrar el día de sus amigos. Todos admiraban su energía positiva y se sentían inspirados por su actitud feliz. El bosque encantado se llenó de risas y sonrisas gracias a la valiosa lección aprendida por Manchitas.
Y así, este monstruo amarillo demostró al mundo que la alegría es contagiosa y puede transformar cualquier situación triste en algo maravilloso. Y colorín colorado, esta historia llena de alegría ha terminado.
¡Que nunca te falte una gran sonrisa como la de Manchitas!
FIN.