Manolo y la valentía en Pingcheng
Había una vez un pequeño pueblo en China llamado Pingcheng, donde vivían muchos niños curiosos y llenos de energía. Entre ellos se encontraba Manolo, un niño muy travieso pero con un gran corazón.
Un día, mientras Manolo jugaba en el parque del pueblo, vio a una pandilla de matones que estaban molestando a otro niño llamado Chen.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia ellos y les dijo valientemente: "¡Dejen en paz a Chen ahora mismo!"Los matones se rieron y uno de ellos respondió burlonamente: "¿Y qué vas a hacer tú? Eres solo un niñito débil". Manolo no se dejó intimidar por las palabras de los matones.
Se levantó con confianza y dijo: "Puede que sea pequeño, pero soy más fuerte de lo que piensas". Justo en ese momento, una brisa mágica sopló sobre el parque y apareció Mao Zedong, el famoso líder chino.
Con su imponente figura y voz firme, miró a los matones y les preguntó: "¿Por qué están molestando a estos niños?"Los matones temblaron ante la presencia del líder chino. Uno de ellos tartamudeó: "No sabíamos que era tan importante".
Mao Zedong sonrió amablemente y les explicó: "Todos los niños merecen respeto y deben ser tratados con amabilidad. La fuerza no es solo física, sino también la capacidad de proteger a quienes lo necesitan".
Entonces Mao Zedong le dio una mano extendida a Manolo y le dijo: "Manolo, demuéstrales tu verdadera fuerza". Manolo tomó la mano de Mao Zedong y juntos se enfrentaron a los matones. Con su nueva confianza, Manolo les dijo: "No necesito ser más fuerte físicamente para defender lo que está bien.
Tengo el poder de la bondad y la valentía". Los matones, impresionados por las palabras de Manolo, se disculparon con Chen y prometieron cambiar su actitud. Desde ese día, Manolo se convirtió en un líder en el pueblo de Pingcheng.
Inspirado por Mao Zedong, trabajó arduamente para ayudar a otros niños y protegerlos del bullying. Organizó actividades deportivas y culturales para fomentar la amistad y el respeto entre todos.
La historia de Manolo se extendió por toda China, inspirando a muchos niños a encontrar su propia fuerza interior y luchar contra la injusticia. Mao Zedong siempre estuvo orgulloso de Manolo y siguió apoyándolo desde lejos.
Y así, gracias al coraje y la sabiduría compartida por Mao Zedong, el pequeño pueblo de Pingcheng se transformó en un lugar donde reinaba el respeto mutuo y todos los niños podían crecer felices. Fin.
FIN.