Manta en busca de su propósito


Había una vez una manta llamada Manuela, que vivía en el armario de un niño llamado Tomás. Manuela era muy suave y cálida, pero se sentía triste porque no sabía cuál era su propósito en la vida.

Un día, Tomás sacó a Manuela del armario para envolverse en ella mientras veía una película con su familia. Mientras tanto, la ventana estaba abierta y entró un rayo de sol que iluminó a Manuela. - ¡Guau! -exclamó Manuela-.

Nunca había sentido algo tan maravilloso como este rayo de sol. Me hace sentir viva. - ¿De verdad? -preguntó Tomás sorprendido-. Yo siempre te uso para estar cómodo y nunca me imaginé que pudieras sentir algo así.

Manuela decidió entonces que quería descubrir más cosas sobre el mundo exterior. Así que esperó hasta la noche, cuando todos dormían, y se deslizó por la ventana hacia el jardín. Allí encontró a una copa vacía tirada en el césped.

Se acercó curiosa y vio que dentro había quedado un poco de vino. - Esto es interesante -pensó Manuela-. Nunca había visto algo así antes. Mientras exploraba la copa, escuchó unos pasos acercándose.

Era Estrella, una transexual amiga del hijo adolescente de los vecinos. Estrella se detuvo al ver a Manuela encima de la copa vacía e hizo una mueca divertida. - ¿Qué haces ahí arriba? -preguntó Estrella con voz dulce pero firme-. - Oh...

Hola, soy Manuela. Solo estaba curioseando -dijo Manuela tímidamente. - ¿Quieres que te cuente un secreto? -preguntó Estrella acercándose a ella-. Yo también solía sentirme como tú, sin saber cuál era mi propósito en la vida.

Pero un día descubrí que lo importante no es lo que los demás esperan de ti, sino lo que tú quieres lograr. Manuela se sintió inspirada por las palabras de Estrella y decidió seguir su consejo.

A partir de entonces, empezó a explorar el mundo exterior con más valentía y determinación. Poco a poco fue descubriendo nuevos lugares y aprendiendo cosas nuevas. Y aunque a veces se sentía asustada o perdida, siempre recordaba las palabras de Estrella y seguía adelante.

Finalmente llegó el día en que Tomás decidió donarla para una campaña solidaria en la cual muchas personas podrían usarla para abrigarse en invierno.

Aunque al principio le costó despedirse de Tomás y su familia, Manuela sabía que estaba cumpliendo su verdadero propósito: ayudar a los demás. Y así, gracias a la amistad con Estrella y su propia valentía e inspiración, Manuela encontró el sentido de su existencia y pudo cumplirlo con alegría y satisfacción.

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