Manuela, la Belleza Interior



En un colorido barrio de Buenos Aires, vivían dos amigas inseparables: Manuela y Victoria. Desde el primer día de jardín de infantes, habían compartido risas, juegos y sueños. Pero había un pequeño gran problema. A Manuela le decían —"fea"  en la escuela. Aunque no le importaba del todo, a veces esas palabras la hacían sentir triste.

Un día, mientras jugaban en el parque, Manuela notó que una niña se estaba alejando de los demás, con lágrimas en los ojos.

"¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó Manuela, acercándose a la niña.

"No tengo amigos..." - respondió la niña, llamado Clara. "Porque todos dicen que soy mala para jugar y no quiero que nadie se burle de mí."

Manuela recordó cómo a veces la llamaban —"fea"  en la escuela y decidió hacer algo al respecto. Se acercó a Clara con una gran sonrisa.

"Pero, vos tenés un gran corazón. ¡Yo sé jugar divertido! Vamos a jugar juntas. ¡Te va a encantar!" - dijo Manuela.

Victoria, al ver la escena, decidió unirse.

"¡Sí! Juntémonos hoy después de la clase y armamos una gran guerra de globos de agua en el parque!" - sugirió Victoria.

La idea les emocionó, y poco a poco se acercaron otros niños. Ellos querían participar de la guerra de globos. Mientras jugaban, todos comenzaron a reír y disfrutar, sin pensar en las diferencias o en las palabras hirientes que algunas veces escuchaban.

A la semana siguiente, otra niña, llamada Ana, se unió al grupo. Ella también había sentido el rechazo por ser diferente. Manuela, al darse cuenta de que en su grupo había varios niños que se sentían mal por lo que decían de ellos, decidió hacer algo más grande.

"¿Qué les parece si organizamos un concurso de talentos?" - propuso Manuela con entusiasmo.

Victoria se iluminó y dijo:

"¡Sí! Todos pueden mostrar algo que les guste hacer, sin que nadie se ría de ellos. Y así podemos ver lo valiosos que somos cada uno por ser únicos!"

Al principio, algunos niños estaban un poco asustados.

"No voy a cantarle a nadie, me da vergüenza." - dijo Clara.

Manuela sonrió y luego dijo:

"A todos nos gusta algo. Puede ser cantar, bailar o contar una historia. Lo que importa es que lo hagamos juntos y nos apoyemos. ¡Seamos más!"

Con la ayuda de Victoria, cada uno comenzó a preparar algo especial para el concurso, que se llevaría a cabo en el parque un sábado. La noticia se esparció rápidamente y todos en el barrio querían participar, incluso algunos que no conocían a Manuela y Victoria.

El día del evento, el parque estaba lleno de niños y sus padres, disfrutando del talento de cada uno. Manuela decidió contar una historia divertida acerca de sus aventuras en el barrio junto a Victoria.

"Y así fue como encontramos una tortuga que pensó ser un delfín..." - relataba Manuela, mientras todos reían.

Finalmente, llegó el momento de anunciar a los ganadores. Pero antes de eso, el maestro Juan se acercó al micrófono y dijo:

"Hoy hemos visto que cada uno de ustedes tiene un talento único. No importa cómo se vean, lo importante es cómo son en su interior. Recordemos siempre que lo que contamos de nosotros no debe marcar quiénes somos. ¡Hoy, todos ustedes son ganadores!"

Los aplausos resonaron en el parque. Manuela sonrió al lado de sus amigas, sintiéndose más fuerte que nunca. Esa fue la primera vez que entendió que la belleza venía de adentro y que, aunque a veces otras pessoas dijeran cosas hirientes, lo más importante era cómo se sentía él en su corazón.

Desde ese día, el grupo de amigos creció, y las burlas se fueron desvaneciendo como el viento. Manuela logró transformar su dolor en fuerza y en la conciencia de que la verdadera amistad es aceptar y querer a cada uno tal cual es. Juntos aprendieron que siempre hay espacio para la bondad y la alegría, por encima de cualquier palabra negativa.

Así, Manuela, Victoria y sus nuevos amigos vivieron felices y unidos, siempre recordando que la belleza interior es la que realmente brilla. Y con eso, se hicieron amigas por siempre.

FIN.

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