Manuelita, la tortuga gigante que habla



Isabella estaba muy emocionada por su mudanza a Pehuajó. Era una ciudad pequeña y tranquila, pero para ella era todo un mundo nuevo por descubrir.

Conoció a muchos vecinos amables e interesantes, pero lo que más la sorprendió fue conocer a Manuelita, una tortuga gigante que vivía en el parque de la ciudad. Manuelita era muy especial porque tenía una habilidad única: podía hablar con las personas.

Isabella no podía creerlo cuando escuchó a la tortuga hablarle directamente. "Hola, soy Manuelita", dijo la tortuga con voz suave y amable.

- ¡Hola! - respondió Isabella asombrada - ¿Cómo es posible que hables? - Bueno, yo siempre he sabido hablar - explicó Manuelita - pero sólo puedo hacerlo con algunas personas especiales como tú. Isabella se sintió muy feliz al saber que era una persona especial para Manuelita. Desde ese día, comenzaron a tener muchas aventuras juntas en el parque y en los alrededores de Pehuajó.

Un día mientras caminaban por el bosquecito cercano al parque, encontraron un árbol caído que bloqueaba el camino hacia un pequeño arroyo. Isabella no sabía cómo podrían cruzar sin mojarse los zapatos.

- No te preocupes Isabella - dijo Manuelita - podemos buscar otra forma de pasar sin mojarnos los pies. Entonces pensaron juntas varias soluciones hasta encontrar la más adecuada: utilizar ramas del mismo árbol para construir un puente improvisado sobre el arroyo.

Fue divertido trabajar juntas y sentirse útiles para resolver un problema juntas. Otro día, mientras jugaban en el parque, vieron a un niño pequeño llorando porque había perdido su pelota. Isabella y Manuelita se acercaron para preguntarle qué había pasado.

- Perdí mi pelota y no sé dónde está - dijo el niño con tristeza. - No te preocupes - respondió Isabella - podemos ayudarte a buscarla.

Así, los tres comenzaron a buscar por todo el parque hasta que finalmente encontraron la pelota detrás de unos arbustos. El niño estaba muy feliz y agradecido por la ayuda de sus nuevos amigos.

Isabella aprendió muchas cosas importantes gracias a Manuelita: cómo trabajar en equipo para resolver problemas, cómo ser amable con los demás y cómo ayudar cuando alguien lo necesita. Y sobre todo aprendió que las verdaderas amistades pueden surgir de lugares inesperados como una tortuga gigante que habla.

Desde entonces, Isabella visitaba regularmente a Manuelita en el parque para seguir teniendo aventuras juntas. Con el tiempo, ella también se convirtió en una persona especial para la tortuga más famosa de Pehuajó.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!