Manuelito y el Poente Mágico
Manuelito era un niño que vivía en un pequeño hogar hecho de cartón y plásticos, ubicado debajo de un poente, un viejo puente que cruzaba un arroyo. Aunque era pobre y no tenía muchos juguetes, su imaginación era su mayor tesoro. Siempre había tenido la curiosidad de explorar y de conocer el mundo que lo rodeaba.
Una tarde, mientras soñaba despierto, escuchó un ruido extraño que provenía del arroyo. Al acercarse, vio a una rana de color brillante, que parecía estar muy preocupada.
"¡Hola, pequeño humano!" - dijo la rana con una voz melodiosa. "Soy Ribbit, la rana mágica del poente. He estado buscando a alguien que me ayude."
Manuelito, sorprendido pero entusiasmado, exclamó: "¿Yo? ¿Cómo puedo ayudarte?"
"He perdido la gema mágica que me da poder para ayudar a los animales del arroyo. Atravesé el bosque para encontrarla y ahora no sé cómo regresar. Si me ayudas a encontrarla, te prometo que tendrás un deseo cumplido."
"Me encantaría ayudar te. ¡Vamos!" - dijo Manuelito.
Juntos, comenzaron su aventura a través del bosque. Encontraron árboles enormes, flores de todos los colores y animales que nunca habían visto. En el camino, se encontraron con un grupo de pájaros que parecían muy nerviosos.
"¿Qué les pasa?" - preguntó Manuelito.
"Una tormenta se aproxima y no tenemos un refugio seguro. ¡Nos gustaría encontrar un lugar donde resguardarnos!" - respondió uno de los pájaros.
Manuelito pensó por un momento y luego dijo: "Podemos ayudarles. Hay un gran árbol en el claro que podría ser perfecto. ¿Me ayudan a construir un nido grande y cómodo?"
Los pájaros, agradecidos, se unieron a ellos y, trabajando juntos, construyeron un gran nido en el árbol. Cuando la tormenta llegó, los pájaros estaban seguros y agradecidos.
"¡Gracias, Manuelito!" - dijeron los pájaros. "Nunca olvidaremos tu bondad."
Continuaron su camino y pronto llegaron a un lago donde el agua brillaba como diamantes. Ribbit se emocionó y dijo: "¡Debemos buscar la gema debajo del agua!"
Juntos, se sumergieron y, después de un rato de buscar, Manuelito encontró una piedra que relucía con un brillo deslumbrante. "¡Creo que es ella!" - gritó mientras la sostenía con las manos.
Ribbit sonrió radiante. "¡Sí! Es la gema mágica. Gracias, Manuelito. Ahora podemos regresar al poente."
Cuando regresaron, Ribbit celebró su valentía y bondad. "Ahora, ¿qué deseas?" - le preguntó la rana.
Manuelito sonrió con sinceridad. "Solo deseo que todos los animales del arroyo estén siempre a salvo y felices."
Ribbit, conmovida por su bondad, dijo: "Tu deseo es un reflejo de tu corazón. A partir de ahora, mi magia se empleará para cuidar no solo de los animales, sino también de todos los humanos que lo necesiten."
Desde ese día, Manuelito se convirtió en un héroe entre los animales del arroyo. Siempre llevaba su corazón abierto a ayudar. Su vida, aunque modesta, estaba llena de alegrías y aventuras. Aprendió que la verdadera riqueza no está en las posesiones materiales, sino en la bondad que uno puede ofrecer a los demás.
Con el tiempo, la historia de Manuelito y la rana mágica se convirtió en una leyenda local. La gente venía de todas partes para conocer al niño que vivía debajo del poente, no sólo por su valentía sino también por su gran corazón. Él se convirtió en un ejemplo para todos: un niño que, a pesar de no tener mucho, decidió compartir lo que sí tenía: su bondad.
Y así, Manuelito aprendió que ayudar a los demás es la aventura más maravillosa de todas.
FIN.