Many y el mundo del cerebro



Era un día soleado y Many, un niño de dos años, estaba explorando su casa. Su madre había salido a hacer unas compras, así que tenía la casa toda para él, ¡y la curiosidad no lo dejaba quieto! En un rincón de la habitación, encontró una pequeña puerta que nunca había visto. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla y, para su sorpresa, se encontró dentro del asombroso mundo de su propio cerebro.

Al caer, un suave susurro le dio la bienvenida: "¡Hola, Many! Soy el Tallo Cerebral, el encargado de asegurarte de que todo esté funcionando bien. Aquí es donde comienza todo, ¡pero hay mucho más por descubrir!" Many miró a su alrededor y se dio cuenta de que el tallo era como una gran carretera que conectaba diferentes ciudades.

"¿Y qué hay más allá?" preguntó Many con ojos brillantes.

El Tallo sonrió: "¡Mucho! Ven, vamos a conocer al Tálamo. Él es un gran organizador de información. Sin él, no podrías percibir cosas como sonidos o imágenes. "

Many siguió al Tallo y pronto llegaron a una gran sala llena de luces brillantes y colores. En el centro, un personaje con forma de nube los saludó animadamente: "¡Hola, Many! Soy el Tálamo. Aquí es donde la información llega antes de ser enviada a otras partes del cerebro."

"¿Cómo hace eso?" preguntó Many, intrigado.

"Lo hago ordenando todo. Por ejemplo, si escuchas música, yo te la llevo a la parte del cerebro que gestiona los sonidos. ¡Es como ser un cartero muy rápido!" explicó el Tálamo.

Many estaba maravillado. "¡Qué increíble! Pero, ¿qué hay de ti?" dijo señalando a una pequeña zona brilla un poco más allá.

"Eso es el Hipotálamo, su amigo", contestó el Tallo.

Atraído por la curiosidad y la magia de aquel mundo, Many se acercó al Hipotálamo. Era una especie de figura que parecía estar en constante movimiento, supervisando todo.

"Bienvenido, Many. Yo soy el Hipotálamo, y me encargo de muchas cosas importantes como regular tu temperatura, el hambre y el sueño. ¡Es crucial para tu bienestar!"

Many estaba impresionado y muy contento. "¿Puedo ayudar de alguna manera?"

"Claro que sí!" respondió el Hipotálamo. "Puedes aprender sobre la importancia de cuidar tu cuerpo. Cuando tienes hambre, es importante comer alimentarte bien para que pueda funcionar todo. ¡Y cuando sientes sueño, es bueno descansar!"

En ese momento, el Talló interrumpió. "Vamos, Many, es hora de un viaje especial."

Many, ansioso por descubrir más, siguió al Tallo. Pasaron por una serie de caminos que parecían ramificaciones de colores. De repente, llegaron a un lugar donde podía escuchar risas y canciones.

"¿Dónde estamos ahora?" preguntó Many.

"Aquí es donde viven las emociones, ¡los sentimientos!" dijo el Tallo.

En ese momento, aparecieron personajes que representaban diferentes emociones: Alegría, que brillaba como el sol; Tristeza, que era suave y tranquila; y Miedo, que tenía un aura oscura pero no malévola.

"¡Interactúa con ellos!" dijo el Tálamo.

Many se acercó a Alegría y le dijo: "¿Cómo puedo ser más alegre?"

"Disfruta de las cosas pequeñas, juega, ríe y comparte con tus amigos. Cada momento cuenta, ¡así aprenderás a ser más feliz!"

Entonces, se dirigió a Tristeza, "¿Y qué pasa contigo?"

"Recuerda que está bien sentirme. Todos tenemos días tristes, pero siempre hay algo que te puede ayudar a sentirte mejor. ¡Habla con alguien o haz algo que te guste!"

Al final, Many se acercó a Miedo. "¿Y vos? ¿Por qué te asustás?"

"A veces me siento necesario, porque te ayuda a mantenerte alerta. Pero lo más importante es aprender a enfrentarme, a no dejarme dominar."

Many entendió cómo cada emoción tenía su propósito en su vida.

"¡Gracias! Voy a recordar esto siempre."

Pero entonces, sintió que necesitaba regresar. "¿Cómo regreso, chicos?"

"Debes seguir el camino de la curiosidad, que siempre te llevará a nuevos conocimientos y aventuras. ¡No dejes de explorar y aprende siempre!" dijo el Tálamo.

Despidió a sus nuevos amigos y siguió el camino hacia la puerta de salida, hasta que por fin emergió de aquel fascinante mundo.

Estaba en su habitación, con un brillo especial. Many sonrió, sabiendo que había descubierto no solo el mundo del cerebro, sino también el poder de entender sus emociones y cuidar de sí mismo. Desde ese día, prometió ser un niño curioso y siempre dispuesto a aprender.

Aunque no volvió a ver a sus amigos, siempre los llevaba en su corazón. Y así fue como Many se convirtió no solo en un niño curioso, sino también en un niño sabio.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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