Manzana y Sevolla en la gran ciudad
En una hermosa ciudad llamada Frutalinda, vivía una manzana llamada Manuela y una cebolla llamada Celeste. Ambas eran amigas desde pequeñas y siempre compartían aventuras juntas. Un día, decidieron salir de su huerto y explorar la gran ciudad.
"¡Estoy emocionada por esta aventura, Manuela!" exclamó Celeste con entusiasmo. "¡Yo también, Celeste! Será genial conocer nuevos lugares y hacer nuevos amigos," respondió Manuela con una sonrisa.
Las dos amigas se aventuraron por las bulliciosas calles de la ciudad, maravilladas con los altos edificios y el ajetreo de la vida urbana. "¡Mira, Celeste! ¡Es una plaza llena de frutas y verduras de todo tipo!" exclamó Manuela señalando un mercado. Las dos amigas se acercaron emocionadas, pero pronto descubrieron que no eran bienvenidas.
Algunos de los habitantes de Frutalinda miraban con desdén a la Sevolla y la Manzana. "¡No queremos a una cebolla aquí, y la manzana está pasada de moda!" murmuró una zanahoria.
Las amigas se sintieron tristes y desilusionadas, pero decidieron no rendirse. Buscaron un lugar donde pudieran demostrar que todos los vegetales y frutas son valiosos. Finalmente, encontraron una escuela que buscaba ingredientes frescos y saludables para preparar almuerzos para los niños.
"¡Aquí nos sentirán bienvenidas, Manuela!" exclamó Celeste con esperanza. La directora de la escuela, una zanahoria muy amable, las recibió con los brazos abiertos. "¡Claro que son bienvenidas! En nuestra escuela creemos que todas las frutas y verduras son importantes," les dijo con una sonrisa.
Manuela y Celeste ayudaron a preparar deliciosas ensaladas y batidos para los niños, que quedaron encantados con la variedad de sabores. Pronto, las dos amigas se convirtieron en las favoritas de la escuela, y todos en la ciudad conocieron su historia.
Celeste y Manuela demostraron que la diversidad es lo que hace al mundo maravilloso, y que todos, sin importar su aspecto o tipo, son valiosos.
Desde ese día, en Frutalinda, todas las frutas y verduras eran tratadas con respeto y amabilidad, viviendo en armonía y compartiendo sus sabores únicos con todos. Y así, Manuela y Celeste encontraron su lugar en la gran ciudad, recordando siempre que juntas, podían lograr grandes cosas.
FIN.