Manzana y su travesía marina


Había una vez en una lejana villa llamada Fantasma, un caracol llamado Manzana que soñaba con navegar en un barco por el océano.

A pesar de ser un caracol pequeño y lento, su corazón estaba lleno de valentía y determinación. Un día, mientras paseaba por la orilla del mar, Manzana vio un viejo barco abandonado. Su caparazón brilló de emoción y supo en ese momento que ese era su destino.

Decidió embarcarse en esa gran aventura sin pensarlo dos veces. Al acercarse al barco, escuchó una voz suave que provenía de una manzana mágica que creció cerca del mástil.

La manzana le dijo a Manzana (sí, es confuso pero así eran sus nombres) que para poder zarpar hacia su sueño debía superar tres desafíos: encontrar la brújula perdida, enfrentar al kraken legendario y liberar al espíritu atrapado en la isla encantada. Manzana sabía que no serían tareas fáciles, pero estaba decidido a cumplir su cometido.

Se adentró en la selva espesa en busca de la brújula perdida. Después de sortear obstáculos y resolver acertijos complicados, finalmente encontró la brújula brillante escondida entre las hojas verdes.

- ¡Lo logré! -exclamó Manzana emocionado mientras sostenía la brújula con sus antenas temblorosas. Con paso firme y determinación navegó hacia alta mar. De repente, las aguas se agitaron y emergió el temible kraken con sus tentáculos gigantes listos para atacar.

- ¿Quién osa perturbar mi dominio? -rugió el kraken con voz atronadora. Pero Manzana recordó las palabras de la manzana mágica: "La valentía está dentro de ti". Con coraje e ingenio logró engañar al kraken y escapar ileso de sus garras mortales.

Tras superar este desafío, divisó a lo lejos una isla rodeada de niebla densa donde el espíritu atrapado clamaba por ayuda. Sin dudarlo ni un segundo más, Manzana se dirigió hacia allí dispuesto a liberarlo.

Al llegar a la isla encantada, descubrió que el espíritu era nada más ni nada menos que el alma bondadosa del viejo capitán del barco abandonado. Con lágrimas en los ojos, el capitán le agradeció a Manzana por devolverle la libertad perdida durante tanto tiempo.

- Gracias noble caracol por tu valentía y generosidad. Ahora puedo descansar en paz -dijo el capitán con gratitud sincera.

El cielo se iluminó con destellos dorados y una luz cálida envolvió a Manzana transformándolo en un caracol luminoso lleno de sabiduría y amor incondicional. Desde ese día, se convirtió en guardián de los mares velando por aquellos marineros valientes como él.

Y así fue como el caracol Manzaña cumplió su sueño gracias a su valentía y bondad infinita dejando huella imborrable en cada rincón del océano infinito.

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