Mara y su Gran Mundo Pequeño
Había una vez una niña llamada Mara que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Aunque Mara tenía una vida tranquila y sencilla, soñaba con aventuras emocionantes y mundos lejanos. Cada día, después de la escuela, se sentaba en su jardín con su mejor amigo, un pequeño perro llamado Tico, y juntos soñaban en grande.
Un día, Mara se encontró con un extraño libro en el desván de su abuela. El libro decía 'El Gran Mundo Pequeño' y parecía estar lleno de secretos. "¡Mira Tico! Creo que este libro tiene magia"-, exclamó Mara.
Tico le ladró emocionado, como si dijera: "¡Vamos a descubrirlo!"
Curiosa, Mara comenzó a leer en voz alta. Entonces, de repente, una luz brillante emergió del libro y las páginas comenzaron a girar rápidamente. Sin previo aviso, se encontraron en un mundo diferente, un lugar donde todo era mucho más pequeño que ellos. Los árboles no eran más altos que una muñeca y las flores parecían galletitas de colores.
"¡Wow! Esto es increíble", dijo Mara, mirando a su alrededor.
"¿Por dónde empezamos?"- ladró Tico, moviendo su cola con emoción.
Mientras exploraban, se encontraron con un grupo de seres diminutos llamados los Miniaventureros. Estos eran unos amigos alegres que estaban organizando una gran fiesta, pero tenían un problema: ellos no podían alcanzar los ingredientes para hacer sus tortas y refrescos porque estaban demasiado arriba.
"Hola, amigos. ¿Podemos ayudarles?"- preguntó Mara, con una sonrisa.
"¡Sí, por favor!", respondieron los Miniaventureros, "la harina y el azúcar se encuentran en la cima de la montaña de caramelo y necesitamos de su ayuda para conseguirlas."
Mara y Tico se miraron, se sintieron valientes. "¡Vamos!", exclamó Mara. Y juntos se embarcaron en esta nueva aventura.
Cuando llegaron a la montaña de caramelo, vieron que había una trampa de pegajoso jarabe por todo el lugar. "Es un gran desafío", dijo Tico, olfateando el dulce aire. "Pero creo que podemos lograrlo si trabajamos en equipo."
"¡Claro!", respondió Mara. "Tú puedes ayudar a escalar y yo buscaré una forma de cruzar el jarabe."
Juntos encontraron hojas grandes que usaron como botes y saltaron de una a otra para no caer en el jarabe. Con determinación y algunos tropiezos, finalmente llegaron a la cima. Allí, encontraron un saco lleno de harina y un frasco gigante de azúcar. "¡Lo logramos!", gritaron en coro.
Cuando regresaron con los Miniaventureros, todos estaban saltando de alegría. "No solo trajeron los ingredientes, sino que nos enseñaron el valor de trabajar en equipo. ¡Los queremos invitar a nuestra fiesta!"- dijeron los tiny amigos.
"¡Vamos!", gritó Mara rodeada de Miniaventureros. La fiesta comenzó con música, bailes y, por supuesto, ¡deliciosas tortas de caramelo! Pero había más sorpresas.
Durante la fiesta, Mara y Tico se dieron cuenta de que la verdadera magia no solo estaba en el libro, sino en las amistades y las aventuras que intentaron crear juntos. Y así, después de bailar y reír, Mara decidió usar su magia de regreso al hogar, llevándose consigo una lección muy valiosa: A veces, las cosas pequeñas pueden llevar a las aventuras más grandes.
Finalmente, al regresar a su jardín, Mara cerró el libro y sonrió. "Nuestros sueños pueden ser grandes, pero también existe una gran belleza en lo pequeño", dijo. Tico ladró alegre, comprendiendo que cada aventura, no importa cuán pequeña o grande, contaba. Desde entonces, Mara aprendió a disfrutar de cada día, creando su propia magia en su gran mundo pequeño.
FIN.