Maravillas de Amistad en París


Había una vez una niña llamada Marsela que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Marsela era muy curiosa y siempre soñaba con viajar por el mundo para descubrir nuevas culturas y hacer amigos en diferentes países.

Un día, Marsela recibió una carta de su amiga Sophie, quien vivía en Francia. En la carta, Sophie le contaba lo mucho que la extrañaba y le proponía que fuera a visitarla para pasar juntas unas vacaciones inolvidables.

Marsela no podía creerlo, ¡iba a viajar a Francia para ver a su amiga después de tanto tiempo! Estaba tan emocionada que empezó a hacer planes y a preparar su equipaje con mucha anticipación. Finalmente llegó el día del viaje.

Marsela se despidió de sus padres con un abrazo muy fuerte y se subió al avión rumbo a Francia. Durante el vuelo, no podía dejar de sonreír pensando en todas las aventuras que vivirían juntas.

Al llegar a París, Sophie estaba esperando en el aeropuerto con un cartel que decía "¡Bienvenida Marsela!". Las dos amigas se abrazaron emocionadas y comenzaron a hablar sin parar mientras caminaban por las calles parisinas.

"¡Sophie, cuánto te he extrañado! ¿Qué planes tienes para estos días?", preguntó Marsela entusiasmada. "¡Yo también te he extrañado mucho! Tengo preparadas muchas sorpresas para ti. Empezaremos visitando la Torre Eiffel", respondió Sophie sonriente.

Las chicas recorrieron los lugares más emblemáticos de París: la Torre Eiffel, el Louvre, Montmartre y disfrutaron de deliciosos croissants y macarons. Cada día era una nueva aventura llena de risas y momentos inolvidables.

Una tarde, mientras paseaban por los jardines de Versalles, Marsela le confesó a Sophie lo feliz que se sentía de haber tomado la decisión de viajar. "Sophie, gracias por invitarme a tu país.

Este viaje ha sido maravilloso y me ha enseñado lo importante que es salir de mi zona de confort y explorar nuevos horizontes", expresó Marsela con sinceridad. "¡Me alegra tanto escucharte decir eso! Siempre es bueno abrir nuestra mente al mundo y aprender cosas nuevas. ¡Eres una gran amiga!", respondió Sophie abrazando cariñosamente a Marsela.

El tiempo pasó volando y llegó el momento de despedirse. Aunque ambas estaban tristes por separarse nuevamente, sabían que la distancia no podría romper su hermosa amistad. "¡Prometamos seguir manteniendo contacto y planear más aventuras juntas en el futuro!", dijo Marsela con determinación.

"¡Por supuesto! Nuestra amistad trasciende fronteras. Siempre serás bienvenida en Francia", aseguró Sophie con una sonrisa sincera.

Y así, entre risas y promesas eternas, Marsela regresó a Argentina con el corazón lleno de gratitud por haber vivido una experiencia tan especial junto a su querida amiga francesa. Desde ese día, supo que las verdaderas amistades pueden resistir cualquier distancia si hay amor y complicidad en cada encuentro.

Y cada vez que miraba al cielo recordaba aquellos bellos días en los cuales descubrió el valor invaluable del intercambio cultural e hizo realidad uno de sus grandes sueños: conocer el mundo junto a aquellos seres especiales que iluminan su camino con luz propia.

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