Marcela y los niños de África


Marcela era una niña aventurera y curiosa que siempre soñaba con viajar por el mundo. Un día, su familia decidió hacer un emocionante viaje a África, un continente lleno de maravillas y culturas fascinantes.

Durante su visita a un pequeño pueblo, Marcela se encontró con los niños Yawehh, quienes pertenecían a una iglesia local que acogía a niños sin hogar. Desde el momento en que se conocieron, Marcela y los niños Yawehh se hicieron amigos inseparables.

Cada año, Marcela regresaba al pueblo africano para visitar a sus amigos. Llevaba consigo muchos regalos: juguetes, libros y golosinas para compartir con ellos.

Los niños Yawehh la esperaban ansiosos cada vez que llegaba al pueblo, preparando una gran celebración llena de alegría y diversión. Un año en particular, cuando Marcela llegó al pueblo africano, notó que algo estaba diferente. Los niños Yawehh parecían tristes y preocupados.

Al preguntarles qué les pasaba, ellos le contaron que la iglesia donde vivían corría peligro de cerrar porque no tenían suficiente dinero para mantenerla. Marcela sintió mucha tristeza por sus amigos y decidió ayudarlos de alguna manera.

Se puso manos a la obra e ideó un plan ingenioso: organizaría un gran espectáculo benéfico para recaudar fondos y así salvar la iglesia. Con entusiasmo contagioso, Marcela convenció a los habitantes del pueblo para participar en el espectáculo. Realizaron bailes tradicionales, cantaron canciones y mostraron sus talentos artísticos.

La noticia del evento se extendió rápidamente y pronto muchas personas de otros pueblos vecinos también querían colaborar. El día del espectáculo benéfico llegó y el lugar estaba lleno de gente emocionada por ayudar.

Se recaudó mucho dinero gracias a la generosidad de todos los asistentes. Marcela y los niños Yawehh estaban felices al ver que su esfuerzo había valido la pena.

Con los fondos obtenidos, pudieron no solo salvar la iglesia, sino también mejorar las instalaciones para brindar un hogar aún mejor a los niños sin hogar. Marcela se sintió orgullosa de haber podido hacer una diferencia en la vida de sus amigos.

A lo largo de los años, Marcela siguió visitando a los niños Yawehh en África y cada vez que regresaba, veía cómo habían crecido y prosperado gracias al amor y apoyo que recibieron en la iglesia.

La historia de Marcela nos enseña sobre el valor de la amistad verdadera y cómo podemos marcar una diferencia positiva en la vida de otras personas cuando nos comprometemos con una causa noble. A través del trabajo en equipo, el entusiasmo y el espíritu solidario, podemos superar cualquier obstáculo para lograr grandes cosas juntos.

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