Marco y la Estrella Perdida



Había una vez un joven llamado Marco, un chico de diez años, muy curioso y aventurero que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Desde pequeño, siempre escuchaba historias sobre una estrella mágica que podía conceder deseos. Un día, decidió que quería encontrarla.

Una mañana soleada, Marco salió de su casa con una mochila llena de provisiones y una linterna que había encontrado en el desván de su abuelo. Mientras caminaba por el bosque, se encontró con su amiga Ana, que estaba recogiendo flores.

"Hola, Marco. ¿A dónde vas con esa linterna?" - preguntó Ana, intrigada.

"Voy a buscar la estrella mágica, ¡quiero que me ayude a hacer un deseo!" - respondió Marco con entusiasmo.

"Yo quiero ir contigo. ¿Te parece?" - dijo Ana, sonriendo.

Así comenzó la gran aventura de Marco y Ana. Mientras caminaban, se encontraron con un río caudaloso.

"¿Cómo cruzaremos?" - preguntó Ana, asustada.

Marco miró alrededor y tuvo una idea.

"¡Construyamos una balsa con ramas y hojas!" - sugirió.

Juntos, recolectaron materiales y, con mucho esfuerzo, lograron hacer una pequeña balsa. Cruzaron el río riendo y gritando de felicidad al llegar a la otra orilla.

Continuaron su viaje y, al poco rato, llegaron a una montaña altísima. Mirando hacia arriba, Marco se desanimó.

"No creo que podamos subir. Es demasiado alto…" - dijo, dudando.

"No te rindas, Marco. ¡Siempre hay una forma de llegar a la cima!" - animó Ana.

Marco sonrió y ambos decidieron que iban a escalar. Se ayudaron mutuamente, usando las rocas y la vegetación como apoyo. Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron llegar a la cima.

Cuando estaban ahí, viendo el paisaje, se dieron cuenta de que el viaje era tan emocionante como llegar a la estrella. Marco suspiró.

"Tal vez no necesito un deseo, esto ya es mágico." - comentó, mirando todo a su alrededor.

Pero su curiosidad le hizo seguir adelante.

"Vamos a buscar más pistas de la estrella, no podemos parar ahora." - dijo Marco, decidido.

Mientras bajaban de la montaña, se encontraron con un sabio anciano que tenía una larga barba blanca y ojos brillantes.

"Hola, jóvenes aventureros. ¿A dónde se dirigen?" - preguntó el anciano.

"Buscamos la estrella mágica que concede deseos. ¿Usted sabe dónde está?" - inquirió Ana.

"Claro, la estrella está en el corazón de quien sabe valorar lo que tiene. No se encuentra en un lugar determinado, debe ser buscada dentro de uno mismo." - explicó el anciano.

Marco y Ana se miraron, confundidos, pero agradecieron al anciano. Después de esa conversación, decidieron regresar a su pueblo. Al llegar, vieron a sus amigos jugando en el parque y se unieron a ellos.

"¿Y bien, encontraron la estrella?" - preguntó uno de los chicos.

"Sí, pero no era lo que esperábamos. Resulta que la verdadera magia está en las experiencias y en compartir momentos con amigos. No necesitamos deseos, ya somos afortunados." - explicó Marco, sonriendo.

Desde ese día, Marco y Ana compartieron su historia con todos en el pueblo, y aprendieron que la verdadera felicidad no se encuentra en un deseo mágico, sino en disfrutar el presente y valorarse mutuamente. Y así, aunque nunca encontraron la estrella, vivieron muchas aventuras, y cada día se convirtió en una nueva oportunidad para hacer magia en sus vidas con risas, juegos y amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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