Marcos y el Miedo a la Altura



En lo profundo de la selva argentina, donde los árboles eran más altos que las nubes, vivía un joven mono llamado Marcos. A diferencia de sus amigos, que brincaban de rama en rama con alegría, Marcos tenía un gran miedo a las alturas. Cada vez que sus amigos lo invitaban a jugar, él respondía con una sonrisa nerviosa, pero nunca se animaba a saltar.

Un día, mientras todos los monos jugaban en lo alto de los árboles, Marcos decidió observar desde el suelo. Fue entonces cuando vio a un pequeño loro llamado Lilo que parecía estar en problemas. Su juguete favorito, un brillante anillo de frutas, había caído a lo alto de un árbol.

"¡Ayuda! No puedo alcanzar mi anillo!" gritó Lilo, agitando sus alas con desesperación.

Marcos miró hacia el árbol y vio el anillo brillar a la luz del sol. Su corazón latía con fuerza. Quería ayudar, pero su miedo a las alturas lo mantenía paralizado. Sin poder soportar ver a Lilo triste, se acercó a sus amigos.

"Chicos, necesitamos ayudar a Lilo", dijo Marcos, tratando de esconder su temor.

Los monos discutieron sobre quién iría a buscar el anillo, pero todos parecían demasiado ocupados jugando.

"¡Yo iré!", exclamó una mono llamada Titi. Pero al escuchar su propio grito de entusiasmo, su mirada se desvió a la altura del árbol y se detuvo.

Marcos se sintió un poco desilusionado, pero antes de darse por vencido, recordó lo que su mamá siempre le decía: "El valor no es la ausencia de miedo, sino la decisión de seguir adelante a pesar de él". Con determinación, Marcos miró a Lilo.

"¡Voy a ir a buscarlo!".

"¿Vas a subir?", preguntó Lilo, sorprendido.

"Sí, aunque me dé miedo", respondió Marcos mientras comenzaba a trepar.

Con cada rama que subía, su corazón latía con más fuerza. Miraba hacia abajo y pensaba en cómo había superado otros miedos antes; aprender a nadar en el río, jugar en el barro. Pero el miedo a caer seguía presente. Entonces, recordó cómo sus amigos lo animaban siempre en esas aventuras y respiró hondo.

En un giro inesperado, mientras estaba casi en la cima, se sintió un poco mareado y perdió el equilibrio.

"¡Marcos!", gritó Titi.

Pero en lugar de caer, se sujetó con fuerza a la rama. El miedo de Marcos era abrumador, pero en ese instante, recordó que cada pequeño paso lo llevaba hacia el éxito. Con valentía, se repuso y subió un poco más.

Finalmente, llegó a la rama donde estaba el anillo brillante. Con cuidado, lo tomó entre sus manos. ¡Lo había logrado!"¡Lo conseguí!", gritó feliz, mientras saltaba de la felicidad.

Marcos comenzó a bajar, esta vez sintiéndose más seguro. Cuando finalmente tocó el suelo, todos los monos lo rodearon.

"¡Lo lograste, Marcos!", gritaron sus amigos.

Marcos sonrió, con una mezcla de orgullo y felicidad. Le entregó el anillo a Lilo.

"Aquí tenés, amigo. No dejé que el miedo me detuviera esta vez", dijo con seguridad.

Lilo, saltando de alegría, gritó: "¡Eres un héroe, Marcos!"

Desde ese día, Marcos se convirtió en un líder entre sus amigos. Ya no había temor en su corazón, porque había aprendido que el valor era más fuerte que cualquier miedo. Ahora, no solo disfrutaba de las aventuras en las alturas, sino que también animaba a otros a enfrentar sus propios temores.

Y así, en la selva, Marcos continuó saltando de rama en rama, dejando atrás su miedo y convirtiéndose en el mono más valiente de todos.

FIN.

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