Marcos y la Luz de los Gauchos



Había una vez un niño llamado Marcos, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. En su familia, el Día de la Tradición era una fecha muy especial, ya que celebraban las costumbres y raíces argentinas.

Desde muy pequeño, Marcos había aprendido sobre la historia del país y se sentía orgulloso de sus tradiciones. Cada año, sus padres organizaban una gran fiesta para conmemorar esta importante fecha y todos los vecinos del pueblo estaban invitados.

Este año no sería diferente. La mamá de Marcos estaba emocionada preparando empanadas, asado y mate. El papá colgaba banderas argentinas por toda la casa y el abuelo sacaba su guitarra para tocar canciones folclóricas.

El día llegó y la casa se llenó de alegría y música. Los niños jugaban al truco mientras los adultos bailaban chacareras al ritmo de la guitarra del abuelo.

Pero algo inesperado sucedió: justo cuando iban a empezar a comer, se cortó la luz en todo el pueblo. - ¡Oh no! -exclamó mamá-. ¿Cómo vamos a hacer sin electricidad? Marcos pensó rápidamente en cómo solucionar el problema. Recordó que en el cobertizo había unas linternas guardadas para emergencias.

- Tranquilos -dijo Marcos-, tengo una idea. Voy a buscar las linternas y podemos continuar con nuestro festejo. Marcos corrió hacia el cobertizo en medio de la oscuridad total.

Tropezaba con cosas a medida que avanzaba pero finalmente encontró las linternas y volvió triunfante hacia su familia. Con las linternas encendidas, la fiesta pudo continuar. Todos se sentaron alrededor de una gran mesa y disfrutaron de la deliciosa comida que había preparado mamá.

- Marcos, has sido muy valiente y astuto -dijo el abuelo mientras le daba un abrazo-. Me siento orgulloso de ti. Marcos sonrió y sintió una gran satisfacción en su corazón. A pesar de los obstáculos, había logrado mantener viva la tradición argentina en su familia.

Pero la noche aún tenía más sorpresas guardadas. Justo cuando estaban por terminar de comer, se escuchó un ruido extraño afuera.

Todos salieron a ver qué era y descubrieron que un grupo de gauchos había llegado al pueblo montados en sus caballos. Los gauchos venían a compartir su conocimiento sobre las costumbres argentinas con todos los presentes.

Montaron una pequeña exposición donde enseñaban a hacer nudos para atar riendas, mostraban cómo cuidar a los caballos y hasta enseñaron algunos pasos básicos de danza folclórica. La fiesta continuó hasta altas horas de la noche, con música, risas y muchas historias compartidas entre vecinos y amigos.

Marcos estaba feliz porque no solo había podido celebrar el Día de la Tradición en familia, sino que también había tenido la oportunidad de aprender más sobre sus raíces argentinas gracias a los gauchos visitantes. Al finalizar el día, Marcos se acostó en su cama agotado pero lleno de alegría.

Estaba convencido de que nunca olvidaría aquel Día de la Tradición tan especial donde superaron obstáculos y conocieron a los valientes gauchos.

Desde entonces, prometió mantener vivas las tradiciones argentinas en su corazón y compartirlas con todos aquellos que quisieran escuchar. Y así, la historia de Marcos se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo, quienes aprendieron la importancia de valorar y celebrar sus raíces culturales.

FIN.

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