Margarita en la escuela del bosque
Había una vez en un tranquilo pueblo rodeado de montañas, una cabra muy curiosa llamada Margarita.
A diferencia de las demás cabras que se conformaban con pastar en el campo, Margarita soñaba con algo más: quería ir al colegio de los niños para jugar, aprender y conocer a nuevos amigos. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Margarita escuchó risas y voces provenientes del colegio.
Se acercó sigilosamente y vio a los niños jugando en el recreo. Sus ojos se iluminaron de emoción al ver cómo se divertían juntos. Decidida a cumplir su sueño, Margarita esperó pacientemente hasta que llegó la hora de entrada a clases.
Con mucho cuidado, se coló entre los niños y se sentó en uno de los pupitres del salón. Los niños quedaron sorprendidos al ver a la cabra allí, pero pronto comenzaron a reírse y aceptarla como parte de la clase.
La maestra, la señorita Rosa, también se sorprendió al ver a Margarita en su salón. Pero en lugar de enfadarse, decidió darle una oportunidad y permitirle quedarse para ver cómo se desenvolvía. Los días pasaron y Margarita demostró ser una alumna ejemplar.
Aprendió matemáticas contando manzanas, mejoró su lectura leyendo cuentos junto a sus compañeros humanos y participaba activamente en todas las actividades escolares. Un día, durante una clase sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, Margarita tuvo una brillante idea.
Levantó la pezuña emocionada y dijo: "-¡Señorita Rosa! ¿Qué tal si invitamos a otros animales del bosque a venir al colegio? Así podrán aprender con nosotros y ayudaremos a crear conciencia sobre la naturaleza!".
La maestra sonrió ante la propuesta de Margarita y decidió organizar un día especial en el colegio: el Día de los Amigos del Bosque.
Invitaron a iguanas, ardillas, osos e urracas para que compartieran con los niños sus conocimientos sobre el ecosistema y la importancia de respetarlo. Fue un día inolvidable lleno de aprendizaje y diversión para todos. Los niños descubrieron lo maravilloso que era tener amigos diferentes cerca; aprendieron a respetar las diferencias y valorar la naturaleza que los rodeaba.
Desde ese día en adelante, el colegio abrió sus puertas no solo a Margarita sino también a todos los amigos del bosque que quisieran sumarse a las clases.
La cabra curiosa logró cumplir su sueño gracias a su valentía y amor por aprender. Y así fue como Margarita demostró que no importa lo diferente que seas; siempre hay lugar para ti si tienes ganas de aprender y compartir con otros.
FIN.