Margarita, la manzana verde inclusiva


Había una vez en un hermoso huerto, una pequeña manzana verde llamada Margarita. A diferencia de las demás frutas, Margarita no era roja y brillante, sino verde y un poco más pequeña que las demás.

Por esta razón, ninguna otra fruta quería jugar con ella ni tampoco compartir la rama del árbol. Un día soleado, Margarita vio a las otras frutas jugando felices bajo el cálido sol.

Quiso acercarse para unirse a ellos, pero al hacerlo, todas comenzaron a reírse y burlarse de su diferente color. La pera le dijo: "¡Eres tan fea y aburrida! ¡Nadie va a querer estar contigo!".

La naranja se rió y agregó: "¡Mira lo pálida que eres! ¡No perteneces aquí!". Triste y desanimada, Margarita se alejó lentamente. Decidida a encontrar su lugar en el mundo, Margarita decidió explorar más allá del huerto.

En su camino se encontró con Don Conejo, quien notó la tristeza en sus ojos verdes y le preguntó qué le pasaba. Con voz temblorosa, Margarita le contó cómo se sentía excluida por ser diferente al resto de las frutas.

Don Conejo escuchó atentamente y luego le dijo con ternura: "Querida Margarita, tu belleza no radica en tu color o forma exterior; está en tu valentía para enfrentarte a la adversidad y seguir adelante a pesar de todo". Estas palabras resonaron en el corazón de Margarita, dándole fuerzas para seguir adelante.

Decidió regresar al huerto con una nueva actitud. Al llegar, vio que las demás frutas estaban siendo amenazadas por un cuervo hambriento que planeaba llevarse algunas para su festín.

Sin dudarlo un segundo, Margarita rodó rápidamente hacia donde estaba el cuervo e impactó contra él justo a tiempo. El cuervo asustado salió volando sin lograr llevarse ninguna fruta. Todas las frutas quedaron sorprendidas y agradecidas por la valentía de Margarita.

La manzana roja líder del grupo se acercó emocionada y le dijo: "-Margarita, te subestimamos por ser diferente cuando en realidad eres especial. Gracias por salvarnos". A partir de ese día, todas las frutas aprendieron a valorarse mutuamente sin importar sus diferencias exteriores.

Margarita finalmente encontró su lugar entre ellas como la valiente manzana verde que siempre había sido.

Y así fue como la historia de "La manzana verde que ninguna fruta quería" enseñó una importante lección sobre aceptación e inclusión: lo que realmente importa es lo que llevamos dentro y cómo tratamos a los demás sin juzgar por su apariencia externa.

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