Margarita, la Mariposa Ayudadora
Había una vez una mariposo llamada Margarita, que vivía en un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. A ella le encantaba volar de flor en flor probando su néctar y disfrutando del sol.
Un día, mientras se posaba sobre una rosa roja, vio a una abeja trabajando diligentemente recolectando polen. "Hola abejita", saludó Margarita. "¿Qué estás haciendo?". "Estoy recolectando polen para mi colmena", respondió la abeja.
"Es mi trabajo y me gusta mucho". Margarita nunca había pensado en tener un trabajo así. Ella simplemente volaba por el jardín sin preocuparse por nada más que divertirse.
Pero después de hablar con la abeja, comenzó a pensar que tal vez también podría hacer algo útil. Mientras volaba hacia otra flor, se encontró con un pequeño gusanito amarillo que estaba luchando por subir a una hoja alta para poder comer sus hojas verdes. "¡Hola! ¿Necesitas ayuda?", preguntó Margarita.
"Sí, por favor", dijo el gusanito. "No puedo subir solo". Así que Margarita lo ayudó a subir y le mostró cómo podía alcanzar las hojas más altas moviendo su cuerpo como si fuera una onda.
Desde ese día en adelante, Margarita se dedicó a ayudar a otros animales del jardín siempre que podía. Ayudaba al gusanito a encontrar comida, jugaba con las mariquitas y escuchaba las historias de los grillos mayores. Pero todavía le encantaba volar de flor en flor.
Un día, mientras se posaba sobre una margarita amarilla, vio a un pequeño pájaro azul que parecía estar triste. "¿Qué pasa?", preguntó Margarita. "Quiero cantar como otros pájaros", dijo el pájaro. "Pero no puedo encontrar mi propia canción".
Margarita pensó en cómo podría ayudarlo y recordó algo que su abuela le había contado cuando era joven: "Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. Encuentra tu propio camino y tu propia voz".
Así que Margarita le sugirió al pájaro que intentara buscar su propia canción en lugar de imitar a los demás. Y para ayudarlo, ella comenzó a volar alrededor del jardín cantando una hermosa melodía.
El pequeño pájaro la escuchó y se inspiró para crear su propia canción única. Desde ese día en adelante, siempre cantaba con alegría y felicidad.
Margarita aprendió muchas cosas nuevas gracias a sus amigos del jardín y descubrió la importancia de ser útil y ayudar a los demás. Pero también aprendió que nunca debemos perder nuestra pasión por las cosas que amamos hacer.
Y así, todos los días, Margarita seguía volando de flor en flor probando nuevos sabores mientras disfrutaba del sol y ayudando a quienes la rodeaban, convirtiéndose en una mariposo feliz e inspiradora para todos los animales del jardín.
FIN.