Margarita y el Jardín de la Alegría



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, vivía una chica llamada Margarita. Era conocida por su risa contagiosa y su calidez que iluminaba cada rincón.

Un día, mientras Margarita paseaba por la plaza, notó que sus amigos, Pepito y Ana, parecían preocupados.

- ¿Qué les pasa? - preguntó Margarita.

- No tenemos suficiente dinero para comprar pintura para hacer el mural que soñamos - respondió Ana, con un suspiro.

- ¡No se preocupen! - dijo Margarita con una sonrisa - ¡Podemos buscar una solución juntos!

Así, Margarita tuvo una idea brillante. Podrían organizar un día de juegos y actividades en la plaza, donde los vecinos pudieran contribuir con donaciones para recaudar dinero. Con entusiasmo, corrió a buscar a todos y les contó sobre su plan. Entonces, todos se pusieron a trabajar.

Mientras los adultos ayudaban con los preparativos, Margarita y sus amigos decidieron hacer una obra de teatro.

- ¡Vamos a sorprender a todos! - exclamó Margarita.

- ¡Sí! - gritó Pepito, emocionado.

- Pero necesitamos un buen argumento - dijo Ana.

Después de discutir varias ideas, Margarita propuso una historia donde un grupo de amigos viajaba a un mundo mágico lleno de colores. Cada vez que uno de ellos hacía reír a otro, surgían nuevas flores.

- ¡Me encanta esa idea! - dijo Pepito.

- Y podemos usar disfraces hechos con ropa vieja y retazos.

Con la imaginación desbordante de Margarita, el día del evento llegó. La plaza se llenó de risas y alegría. Había un castillo inflable, un puesto de limonada y, por supuesto, su obra de teatro. Todos estaban ansiosos por ver a sus niños actuar.

El espectáculo empezó, y Margarita fue la narradora. Con su voz melodiosa, cautivó al público.

- ¡Érase una vez en un mundo lleno de colores! - empezó.

Los niños llevaron a cabo su actuación con gran energía y, cada vez que hacían reír a alguien, una hermosa flor de papel se levantaba del suelo, simbolizando la magia de la risa.

Después de su actuación, un viejo llamado Don José, que había estado observando desde el banco de la plaza, se levantó.

- ¡Nunca había visto un evento tan hermoso! - dijo con lágrimas en los ojos. - Ustedes han llenado el pueblo de alegría y amor. Que todos aprendan de su unión.

La recaudación del día fue un éxito. Con el dinero conseguido, Ana y Pepito compraron la pintura y en menos de una semana, el mural de colores apareció en la plaza, y todos lo admiraban.

- ¡Margarita, todo esto fue gracias a ti! - dijo Ana.

- No, fue gracias a todos nosotros - respondió ella. - La alegría se multiplica cuando compartimos.

A partir de ese momento, el pueblo de Sonrisas se volvió un lugar aún más alegre. Margarita organizó eventos cada fin de semana. Juegan, ríen y crean juntos, siempre recordando que la alegría se encuentra en la unión y en compartir momentos especiales.

Así, con cada risita y cada flor de papel que levantaba el viento, Margarita enseñó a todos que la verdadera felicidad nace de los corazones generosos, y juntos crearon el Jardín de la Alegría que floreció por siempre en sus vidas.

FIN.

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