Margarita y el jardín de la diversidad



En un hermoso jardín, donde las flores bailaban con el viento y los rayos del sol acariciaban cada pétalo, había una pequeña flor llamada Margarita que se sentía triste.

Las otras flores más grandes y coloridas se burlaban de ella por ser tan pequeña. "¡Miren a la diminuta Margarita! No es tan bonita como nosotras", se reían las petulantes rosas. "¡Ella no puede hacer nada importante en este jardín!", agregaban los girasoles con arrogancia.

Margari-ta, con lágrimas en sus hojitas, se marchitaba lentamente entre tanto desprecio. Hasta que un día, mientras el viento soplaba suavemente, llegó saltando un simpático saltamontes llamado Santi. "Hola, pequeña Margarita. ¿Por qué estás tan triste?", preguntó Santi con curiosidad.

La margarita levantó tímidamente la mirada y le contó al saltamontes juguetón cómo las otras flores se burlaban de ella por ser diferente y pequeña.

Santi, con una chispa de alegría en sus ojos verdes, le dijo:"Ven conmigo, te mostraré un lugar especial donde la diversidad es valorada y la esperanza nunca muere. "Intrigada por las palabras del saltamontes, Margarita decidió seguirlo.

Juntos atravesaron el jardín hasta llegar a un rincón donde crecían flores de todos los tamaños y colores imaginables. Allí reinaba la armonía y el respeto mutuo entre cada ser vivo. "¿Ves, querida Margarita? En este lugar cada uno es único e importante a su manera.

Tú también tienes belleza y valentía dentro de ti", dijo Santi con cariño. Animada por las palabras del saltamontes amigo, Margarita decidió enfrentarse a sus miedos y demostrarle al resto del jardín su verdadero valor.

Con determinación, resistió las tormentas que amenazaban con arrancarla de raíz y luchó contra las plagas que intentaban dañarla. Las otras flores observaban sorprendidas cómo la pequeña margarita no solo sobrevivía a los desafíos del jardín sino que brillaba con luz propia gracias a su fortaleza interior.

Poco a poco, el desdén se transformaba en admiración hacia ella. Finalmente, llegó el día en que Margarita fue reconocida como una flor valiente y hermosa por todo el jardín. Las risas se convirtieron en aplausos y los murmullos en halagos sinceros hacia ella.

Y así fue como la pequeña flor encontró su lugar en el mundo gracias al apoyo incondicional de su amigo Santi, el saltamontes juguetón que le mostró que no hay límites para aquellos que creen en sí mismos y tienen coraje para enfrentarse a cualquier adversidad.

Juntos siguieron explorando nuevos horizontes llenos de oportunidades para crecer y aprender cada día más sobre la magia de la vida en el maravilloso jardín donde todo es posible si se tiene fe en uno mismo.

FIN.

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