Margarita y el ternero perdido


Había una vez una vaca llamada Margarita que vivía en una granja. Aunque era muy feliz con sus amigos animales, siempre se sentía un poco triste porque no tenía familia.

Soñaba con tener hermanos o hermanas con quienes jugar y compartir momentos divertidos. Un día, mientras estaba pastando en el prado, Margarita escuchó un sonido extraño proveniente del bosque cercano. Se acercó curiosa y descubrió a un pequeño ternero llorando desconsoladamente.

Margarita se acercó al ternero y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste?"El ternero levantó la cabeza y sollozando respondió: "Me he perdido de mi familia. No sé cómo volver a casa".

Margarita sintió mucha empatía por él, ya que ella también sabía lo que era estar sola sin una familia. Decidió ayudarlo y cuidarlo como si fuera su propio hermanito. Desde ese día, Margarita y el ternero se volvieron inseparables.

Juntos exploraron el prado, saltaron sobre los charcos de barro y contaron historias bajo las estrellas. La vaca finalmente tenía la familia que tanto había deseado. Pero un día, mientras jugaban cerca del río, el ternero resbaló y cayó al agua turbulenta.

Margarita entró en pánico e intentó salvarlo, pero no pudo hacerlo sola. En ese momento apareció don Pedro, el granjero de la finca vecina. Había visto todo desde lejos y corrió hacia ellos para ayudarlos.

Don Pedro logró rescatar al ternero del río y lo colocó a salvo en la orilla. Tanto Margarita como el ternero estaban muy agradecidos por su valiosa ayuda.

Don Pedro se acercó a Margarita y le dijo: "Has demostrado ser una vaca muy valiente y amorosa al cuidar de este pequeño ternero. Me gustaría adoptarlo y llevarlo conmigo a mi granja, donde tendrá muchos amigos para jugar". Margarita sintió un nudo en la garganta, ya que no quería separarse de su hermanito.

Pero sabía que don Pedro podía darle una vida maravillosa llena de amor y compañía. Con lágrimas en los ojos, Margarita asintió y dijo: "Sé que estarás bien con don Pedro y tus nuevos amigos. Siempre te llevaré en mi corazón".

Así fue como el ternero encontró una nueva familia gracias al amor incondicional de Margarita. Aunque se extrañaron mucho, ambos supieron que siempre tendrían un lugar especial en sus corazones.

Y así termina esta historia de amistad y valentía, recordándonos que la familia puede ir más allá del vínculo sanguíneo. A veces, nuestros seres queridos pueden estar más cerca de lo que imaginamos, dispuestos a ayudarnos cuando más los necesitamos.

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