Margarita y la Amistad de Su Corazón
Había una vez, en un pueblo lleno de colores y risas, una chica llamada Margarita. Ella era curiosa y siempre estaba lista para explorar nuevas aventuras. No muy lejos de su casa, dos chicos, Rey y Pipe, compartían un gran secreto: ¡ambos estaban enamorados de Margarita!
Rey era un chico divertido, siempre hacía reír a todos con sus chistes, pero tenía un pequeño problema: no podía evitar hacer caras de desdén cada vez que estaba cerca de Pipe.
"Margarita, vení a jugar al fútbol con nosotros", dijo Rey un día, mientras hacía pucheritos a Pipe sin que Margarita los notara.
"¡Sí! ¡Fútbol!", respondió Pipe, intentando ignorar la actitud de Rey.
Margarita, que era muy amiga de los dos, solo sonrió y aceptó. Pasaron la tarde jugando, pero a pesar de su risa, Margarita sentía que había una tensión entre Rey y Pipe.
Con el tiempo, los chicos comenzaron a hacer grandes esfuerzos para atraer la atención de Margarita.
"Margarita, mira lo que puedo hacer!", gritó Rey mientras intentaba hacer una voltereta, pero terminó rodando en el césped y cayendo de culo, lo que hizo que Margarita se riera a carcajadas.
"¡Esa fue la mejor voltereta que vi en la vida!", exclamó.
Pipe, viendo eso, decidió que necesitaba destacar la próxima vez.
"Mirá, Margarita! También sé hacer algo genial!", dijo, mientras comenzaba a hacer malabares con unas pelotas.
Pero, en lugar de impresionar a Margarita, las pelotas se le resbalaron de las manos y terminaron chocando contra un árbol.
"¡Ups!", exclamó Pipe con vergüenza, mientras Margarita se reía nuevamente.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, algo comenzó a cambiar en el corazón de Margarita. Ella empezó a notar a Pipe de una manera diferente. Le gustaba su forma de ser, su sentido del humor, y cómo siempre trataba de hacerla reír, incluso si no siempre le salían bien las cosas.
Un día, mientras caminaban por el parque, Margarita decidió hablar con Pipe.
"Pipe, ¿te puedo contar algo?", comenzó ella, nerviosa.
"¡Claro, Margar! Siempre podés contarme lo que quieras", respondió Pipe con una gran sonrisa.
"Creo que... me gusta tu forma de ser. Me haces reír mucho y me siento bien cuando estoy con vos", dijo Margarita finalmente.
Pipe se sorprendió, pero su corazón comenzó a latir con fuerza.
"¿En serio? ¡Eso es genial!", respondió él, un poco incredulo.
Sin embargo, en ese momento, Rey apareció de la nada.
"¿De qué están hablando, chicos?", preguntó Rey, con un aire de curiosidad en su voz.
Margarita se sintió un poco incómoda y decidió no decir más, pero sabía que tenía que ser honesta en algún momento.
Con el tiempo, Rey se dio cuenta de que su enfoque en tratar de impresionar a Margarita había estado mal. No quería perder su amistad por un capricho. Así que, decidió hablar con los dos.
"Chicos, sé que esto puede ser complicado, pero creo que lo más importante es nuestra amistad. Nos divertimos juntos y eso vale más que un enamoramiento", dijo Rey sinceramente.
Pipe asintió, comprendiendo el valor de lo que había dicho Rey.
"Sí, lo mismo digo. Margarita, somos amigos y siempre lo seremos, sin importar con quién estés."
Margarita, al escuchar a sus amigos, se sintió feliz. Ella también quería que todos fueran felices, sin importar lo que sucediera más adelante.
Así que tomó la mano de Pipe y le dijo:
"¡La amistad es lo más importante, chicos! Y aunque ahora me guste Pipe, eso no significa que nuestra burbuja de risas se rompa. ¿Qué les parece si seguimos jugando juntos y disfrutando de las cosas que nos unen?"
Ambos chicos sonrieron y se sintieron aliviados. Desde entonces, los tres amigos siguieron compartiendo aventuras, risas y momentos inolvidables, entendiendo que el amor y la amistad no tienen por qué ser excluyentes.
Y así, en este pueblo lleno de colores, Margarita, Pipe y Rey aprendieron una gran lección: la amistad es un regalo valioso que siempre debe ser cuidado y celebrado. Y aunque los sentimientos pueden cambiar, la verdadera amistad siempre permanece.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.