Margarita y la Mariposa Especial
Había una vez una pequeña mariposa llamada Margarita. Ella vivía en un hermoso jardín lleno de flores y plantas coloridas.
A pesar de tener muchos amigos insectos, Margarita sentía que le faltaba algo: ¡una amiga mariposa con quien jugar! Un día, mientras volaba por el jardín, vio a otra mariposa posada en una flor cercana. Emocionada, se acercó a saludarla. "Hola, soy Margarita", dijo la pequeña mariposa con entusiasmo. La otra mariposa no respondió.
Siguió posada en la flor sin moverse ni hablar. Margarita no se dio por vencida tan fácilmente. Decidió intentarlo de nuevo. "¿Quieres ser mi amiga? Podríamos jugar juntas y explorar este hermoso jardín", propuso Margarita.
La otra mariposa finalmente habló: "Lo siento mucho, pero no puedo jugar contigo". Margarita se sintió triste al escuchar esto. No entendía por qué alguien querría estar sola en un lugar tan bonito como ese jardín.
Decidida a descubrir la razón detrás del comportamiento de su nueva conocida, Margarita decidió averiguar más sobre ella. Después de observarla durante varios días seguidos, notó que siempre estaba sola y nunca interactuaba con los demás insectos del jardín. Finalmente, decidió acercarse nuevamente a ella:"Perdona si te molesto nuevamente...
¿puedes decirme por qué no quieres jugar conmigo?" preguntó Margarita. La otra mariposa suspiró. "Es que soy diferente a las demás mariposas, no puedo volar tan alto ni tan rápido como ellas...
me siento inútil y poco valiosa". Margarita se sintió muy triste al escuchar esto. Entonces le dijo:"¡No tienes por qué sentirte así! Eres hermosa y única, tal como eres.
Y aunque no puedas volar tan rápido o tan alto como otras mariposas, puedes hacer muchas otras cosas increíbles que ellas no pueden hacer". La otra mariposa la miró con curiosidad. "Por ejemplo", continuó Margarita, "tienes un patrón de alas bellísimo y una habilidad para camuflarte en el medio ambiente que es impresionante.
¡Eso es algo muy especial!"La otra mariposa pareció sorprendida pero también feliz al escuchar esto. "¿De verdad piensas eso?", preguntó ella. "Sí, lo creo sinceramente", respondió Margarita sonriendo.
A partir de ese momento, ambas mariposas comenzaron a hablar y a jugar juntas todos los días. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y se divertían mucho juntas explorando el jardín.
Desde entonces, la pequeña Maragrita aprendió una gran lección: nunca subestimes el valor de alguien solo porque sea diferente a ti. Todos tenemos habilidades únicas e importantes que nos hacen especiales en nuestro propio camino y merecemos ser aceptados tal como somos.
FIN.