Maria Julia la gatita obediente



Maria Julia era una gatita muy especial. A diferencia de los demás gatitos, a ella le encantaba obedecer a sus dueños en todo momento. Desde que era una pequeña gatita, siempre asentía con la cabeza y se sentaba cuando le decían algo. Sus dueños, la familia González, estaban maravillados con su comportamiento. Siempre le decían lo obediente y educada que era, y ella se sentía muy orgullosa de ello.

Todo comenzó una soleada mañana, cuando Maria Julia observó a los pájaros cantar en el jardín. -¡Mamá, papá, quiero aprender a volar como esos pájaros! - dijo entusiasmada. -María Julia, los gatos no pueden volar. Es parte de nuestra naturaleza cazar en tierra firme- le explicó su mamá. Pero Maria Julia no se rindió y decidió encontrar la manera de volar.

Con determinación, se dedicó a aprender sobre los pájaros y sus técnicas de vuelo. Investigó en la biblioteca gatuna y practicó saltos y planeos desde diferentes alturas. A pesar de los intentos fallidos y de las risas de los demás gatos, Maria Julia no perdió la esperanza.

Un día, mientras observaba a los pájaros desde la ventana, tuvo una brillante idea. Recordó que su dueña le había contado sobre un viejo árbol en el fondo del jardín, el cual tenía ramas muy altas. -¡Eso es! -exclamó Maria Julia- ¡puedo escalar ese árbol y luego lanzarme al aire como un pájaro! -.

Empezó a escalar el árbol con cautela, y una vez que llegó a la cima, se detuvo para tomar impulso. Entonces, con gran valentía, saltó al vacío. Por unos segundos, sintió que volaba, pero pronto cayó al suelo con un suave aterrizaje. Los demás gatos, que la observaban con incredulidad, se acercaron asombrados. -¡Increíble, Maria Julia! - exclamaron. Desde ese día, Maria Julia fue conocida como la gatita que desafiaba la gravedad.

Su acto inspiró a otros gatitos a intentar cosas nuevas y desafiantes, demostrándoles que con esfuerzo y valentía, ¡se pueden lograr grandes cosas! Maria Julia aprendió que la obediencia no significa renunciar a nuestros sueños, sino encontrar la manera correcta de alcanzarlos. Y a partir de ese día, Maria Julia continuó obedeciendo a sus dueños, pero también se convirtió en un ejemplo de valentía y determinación para todos los gatitos del vecindario.

FIN.

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