María, la bailarina de Manta


En la hermosa ciudad de Manta vivía una bailarina llamada María. Desde pequeña, María había aprendido a amar las tradiciones de su ciudad, sus danzas, canciones y los coloridos trajes con faldas verdes, blancas y rojas.

Todo en Manta estaba impregnado de magia, y la diosa Umiña, protectora del mar, cuidaba con cariño a todos los habitantes.

Una tarde, mientras María bailaba al son de la guitarra y el guito, una fuerte marejada azotó la costa de Manta, poniendo en peligro la seguridad de la ciudad. La gente estaba asustada, pero María recordó una antigua canción que hablaba sobre la fuerza del mar y la importancia de cuidarlo.

Decidió bailar esa canción en honor a la diosa Umiña, con la esperanza de calmar el furioso mar. Mientras danzaba, todos en la ciudad se unieron a ella, entonando la melodía y pidiendo la protección de la diosa.

La música y el baile se elevaron por sobre el estruendo de las olas, y poco a poco, el mar empezó a calmar. La diosa Umiña, conmovida por el amor de su pueblo hacia el mar, detuvo la marejada y devolvió la paz a Manta.

Desde ese día, María comprendió que su amor por las tradiciones de su ciudad no solo era una pasión, sino una responsabilidad.

Decidió enseñar a los más jóvenes las antiguas danzas y canciones, asegurándose de que las raíces de Manta perduraran a lo largo del tiempo, siendo cuidadas tanto por el mar como por las nuevas generaciones.

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