María Luisa y la Pajarita Valiente
Era una mañana soleada en la ciudad de Buenos Aires. María Luisa, una niña curiosa y llena de energía, exploraba el parque de su barrio. Mientras corría entre los árboles, escuchó un pequeño chirrido que la detuvo en seco.
- '¿Qué es eso?' - se preguntó con los ojos bien abiertos. Al acercarse, vio a una pajarita amarilla, pequeña y asustada, que se había caído de su nido.
- '¡Oh, pobrecita! ¡No te asustes!' - exclamó María Luisa, agachándose para observarla mejor. La pajarita aleteaba sus alitas sin poder levantarse.
- '¿Cómo llegaste hasta aquí, pequeña?' - le preguntó María Luisa, con voz suave. La pajarita la miró con sus ojitos brillantes.
María Luisa sabía que tenía que hacer algo. Recordó a su mamá, que siempre le decía que los animales necesitan ayuda, así que decidió llevarla de vuelta a su nido. Pero, ¿dónde estaba el nido?
- '¡Ven, te ayudaré!' - dijo mientras cuidadosamente levantaba a la pajarita en sus manos. - 'Vamos a buscar tu casa'.
Comenzó a explorar por el parque, tratando de hallar un árbol con un nido. Sin embargo, su búsqueda resultó más difícil de lo que había imaginado. Se detuvo y miró hacia lo alto.
- '¿Dónde estarás?' - susurró, mientras la pajarita empezaba a trinar suavemente.
De repente, un viejo pájaro que estaba posado en una rama se asomó y le dijo:- '¿Qué pasa, niña?'.
- 'Encontré a esta pajarita y la tengo que llevar a su nido, pero no sé dónde está'.
- 'La he visto, su nido está en ese árbol grande, ahí arriba' - dijo el viejo pájaro, señalando con su pico.
María Luisa sonrió, agradecida.
- '¡Gracias, amigo! Vamos, pequeña, ya casi llegamos'.
Con cuidado, comenzó a escalar el árbol, mientras la pajarita se aferraba a su dedo. Cuando llegaron a una rama grande, María Luisa logró ver el nido. - 'Ahí está, ¡lo encontré!'
Pero había un problema. El nido estaba muy alto, y María Luisa no podía llegar a esa altura. Se sintió frustrada.
- '¿Y ahora qué hago?' - pensó, mirando a la pajarita que comenzó a trinar de nuevo, como si le hubiera dado ánimos.
Entonces, tuvo una idea.
- 'Si no puedo subir, quizás puedas intentarlo tú' - le dijo a la pajarita. - '¿Crees que puedas volar hasta tu nido?'
La pajarita la miró con determinación y, después de un par de intentos, levantó el vuelo, aleteando con todas sus fuerzas.
María Luisa contuvo la respiración. La pajarita subió, subió... y de repente, ¡puff! La pequeña había alcanzado su nido y se acomodó entre los otros pajaritos.
- '¡Lo lograste!' - gritó María Luisa, saltando de alegría.
- 'Bienvenida de nuevo, pequeña' - dijo el viejo pájaro, mientras todos los pajaritos comenzaron a piar de felicidad.
María Luisa se sintió muy feliz de haber ayudado a la pajarita. Pero justo cuando se dio la vuelta para irse, la pajarita volvió a asomarse.
- '¡Chirp chirp!' - pareció decirle, como un saludo de despedida.
- '¡Adiós, amiga! Me alegra haber sido parte de tu aventura' - respondió María Luisa con una sonrisa. Y mientras se alejaba, miró hacia el cielo sintiéndose más valiente que nunca.
Entendió que a veces la ayuda viene en maneras inesperadas, y que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados. Desde ese día, cada vez que veía un pajarito, recordaba su aventura, y pensaba en lo importante que es cuidar de todos los seres que nos rodean.
Nunca se olvidaría de su amiga la pajarita, la que había volado de regreso a casa gracias a su valentía y a un poco de ayuda.
FIN.