María Rosa y el equilibrio digital



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada María Rosa a quien le encantaba jugar con su celular. Pasaba horas viendo videos, jugando juegos y hablando con sus amigos por mensajes de texto.

Un día, desafortunadamente, su celular se cayó al piso y la pantalla se rompió. María Rosa estaba muy triste porque no podía usar su celular y sentía que le faltaba algo importante en su vida.

Intentó arreglarlo ella misma, pero no tuvo éxito. Entonces decidió llevarlo a la tienda de reparación de celulares del pueblo. Al llegar a la tienda, fue recibida por un amable señor llamado Don Juan, el técnico en reparación de celulares.

Don Juan le prometió a María Rosa que arreglaría su celular lo más rápido posible. Mientras tanto, Maria Rosa tendría que pasar unos días sin él. Los primeros días fueron difíciles para María Rosa.

Se sentía desconectada del mundo sin poder revisar sus redes sociales o hablar con sus amigos. Sin embargo, poco a poco empezó a darse cuenta de todas las cosas interesantes que antes no veía por estar siempre mirando la pantalla de su celular.

Un día, mientras caminaba por el parque sin su celular, María Rosa descubrió lo divertido que era jugar al aire libre con otros niños. Se dio cuenta de lo mucho que disfrutaba correr, saltar y explorar la naturaleza.

También comenzó a prestar más atención a las conversaciones con su familia y amigos en persona. Una semana después, Don Juan llamó a María Rosa para decirle que su celular estaba arreglado y listo para ser recogido.

Cuando llegó a la tienda y vio su celular como nuevo otra vez, sintió una mezcla de emociones.

Por un lado estaba contenta de tenerlo de vuelta pero por otro lado se dio cuenta de todo lo bueno que había experimentado durante esos días sin él. Al regresar a casa con su celular arreglado, María Rosa decidió establecer un equilibrio entre el tiempo que pasaba frente a la pantalla y el tiempo dedicado a otras actividades importantes en su vida.

Aprendió la importancia de desconectar de vez en cuando para disfrutar plenamente del mundo que la rodeaba. Desde entonces, María Rosa era más feliz porque sabía apreciar tanto los momentos online como offline en su vida diaria.

Y cada vez que veía a alguien demasiado absorto en sus dispositivos electrónicos recordaba lo importante que es vivir el presente y disfrutar plenamente cada momento.

FIN.

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