María y el club de los dulces saludables
Había una vez una niña llamada María, a quien le encantaba comer dulces y golosinas. No podía resistirse a un trozo de chocolate o a un caramelo pegajoso. Siempre tenía algo en la mano para saborear.
Un día, María se despertó con un fuerte dolor de estómago. Se retorcía de dolor y no podía levantarse de la cama. Sus padres, preocupados, la llevaron al médico.
El doctor examinó a María y le dijo: "Tu amor por los dulces te ha llevado a tener problemas en el estómago, querida. Has comido tantas golosinas que tu cuerpo ya no puede soportarlo". María se sintió muy triste al escuchar esto.
Nunca imaginó que su pasión por los dulces podría hacerle daño. "¿Qué puedo hacer, doctor?" preguntó María con lágrimas en los ojos. El médico sonrió y respondió: "Primero, debes dejar de comer dulces durante un tiempo para permitir que tu estómago se recupere".
María asintió con tristeza y decidió seguir las instrucciones del doctor al pie de la letra. Los días pasaron lentamente para María mientras veía a sus amigos disfrutar de sus dulces favoritos sin poder probarlos ella misma.
Pero cada vez que sentía ganas de comer algo dulce, recordaba las palabras del médico y resistía la tentación. Un día, mientras paseaba por el parque sin nada en las manos, María vio una feria ambulante instalada cerca del lago.
Los niños reían mientras montaban en los juegos mecánicos y probaban algodón de azúcar y manzanas acarameladas. María se acercó a la feria con curiosidad. Observó cómo los niños disfrutaban de las golosinas, pero no sintió envidia.
Se dio cuenta de que había aprendido a controlar su deseo por los dulces y eso la hacía sentir fuerte y orgullosa. De repente, vio un puesto de frutas frescas al lado del carrusel.
Había una variedad de colores y sabores: manzanas rojas, uvas jugosas y peras crujientes. María se acercó al puesto y le preguntó al amable vendedor si podía probar algunas frutas. El vendedor sonrió y le ofreció una rebanada jugosa de sandía.
María mordió la sandía con gusto y se sorprendió gratamente por lo dulce y refrescante que era. Luego probó una uva, que explotó en su boca con sabor a dulzura natural. A partir de ese día, María descubrió un nuevo amor: el amor por las frutas frescas.
Comenzó a experimentar con diferentes sabores y colores, disfrutando cada bocado saludable que tomaba. Con el tiempo, María recuperó completamente su salud estomacal gracias a su nueva alimentación equilibrada.
Aprendió que disfrutar los dulces ocasionalmente está bien, pero también descubrió el placer en comer alimentos nutritivos para mantenerse fuerte y saludable. Desde entonces, María compartió su historia con sus amigos para inspirarlos a cuidar sus cuerpos también.
Juntos crearon un club llamado "Los Amigos Saludables", donde aprendieron sobre nutrición y se apoyaron mutuamente en la elección de alimentos saludables. Y así, María dejó atrás su adicción a los dulces y encontró una nueva pasión por las frutas y verduras.
Aprendió que equilibrar sus gustos con una dieta nutritiva era la clave para mantenerse feliz y saludable durante toda su vida.
FIN.