María y el Gran Festival de los Animales
Había una vez, en un lejano reino, una princesa muy especial llamada María. Ella era conocida por su vestido naranja brillante que siempre lucía, pero más que su vestimenta, todos la querían por su gran amabilidad y su amor por los animales. María vivía en un hermoso castillo rodeado de un extenso campo verde, donde corrían libremente conejos, ciervos, y aves de colores.
Un día, mientras paseaba por el campo, escuchó un alboroto cerca del bosque. Curiosa, se acercó y encontró a un grupo de animales muy preocupados. Los conejitos, un ciervo y un pájaro azul discutían entre lágrimas.
- ¿Qué les pasa, amigos? - preguntó María con voz suave.
- ¡El festival de los animales se acerca y no tenemos baile! - dijo el conejito con una patita en su nariz.
- ¡Sí! ¡Y es el evento más importante del año! - agregó el ciervo, moviendo su cola con desesperación.
- Pero no sé bailar - sollozó el pájaro azul.
- ¡No se preocupen! - exclamó María entusiasmada - ¡Podemos organizar un gran espectáculo juntos! Pero primero, ¿qué tipo de baile les gustaría hacer?
Los animales se miraron entre sí, y después el ciervo se animó y dijo: - ¡Podemos hacer una danza en círculo! Resistiendo las dudas, los otros comenzaron a opinar sobre sus ideas. Cada uno quería aportar algo al espectáculo: el pájaro sugirió que las aves hicieran un vuelo en formación y los conejitos propusieron que realizaran saltos alegres.
María se emocionó al escuchar tantas ideas. Comenzó a planear. - Primero, organicémonos. Ustedes pueden practicar sus saltos mientras yo enseño a las aves a volar juntas en patrones. Vamos a necesitar mucho ensayo, pero sé que podremos hacerlo.
Los animales estaban contentos, y mientras trabajaban, María mostró su amabilidad al ayudar a cada uno con sus miedos. Cuando el pájaro dijo que le daba vergüenza, ella lo animó, diciendo:
- Todos son especiales a su manera. Recuerda que el festival se trata de diversión, no de ser perfecto. Soy segura que volar junto a tus amigos será genial.
Los días pasaron, y María no solo enseñó a los animales, sino que aprendió de ellos también. Con cada ensayo, los animales comenzaron a confiar más en sí mismos. Sin embargo, a medida que se acercaba el festival, surgió un problema. Un fuerte viento comenzó a soplar, y parte del escenario que habían construido se desmoronó.
Los animales estaban desanimados. - ¡No podremos presentarnos así! - dijo el conejito, casi con lágrimas en los ojos.
María, viendo la frustración de sus amigos, sonriendo les dijo: - Siempre habrá soluciones. ¿Por qué no hacemos un nuevo escenario? ¡Podemos construirlo juntos! - Y así, todos los animales se unieron, el ciervo traía ramas, los conejitos recogían flores, y las aves recogían plumas para adornar.
Con esfuerzo y dedicación, lograron reconstruir el escenario, sólo que esta vez, estaba aún más hermoso. Finalmente, llegó el día del festival. Todos los animales, vestidos con coloridos adornos, se acomodaron. María salió al escenario, y el público de otras criaturas del bosque los miraban con admiración.
Los animales comenzaron a bailar y volar en armonía, y el espectáculo fue un éxito rotundo. Al finalizar, el pájaro azul se acercó a María con una sonrisa, - ¡Gracias, María! ¡No solo aprendimos a bailar, sino que también a trabajar juntos!
- Lo importante no es solo el baile, sino también la amistad y la colaboración - respondió María.
Ese festival se convirtió en una tradición en el reino, y cada año, todos los animales se reunían para celebrar juntos. Y así, la princesa María continuó siendo la amiga de todos los animales del campo, mostrando siempre que con amor y trabajo en equipo, se pueden superar cualquier obstáculo.
FIN.