María y el misterio del 31 de octubre



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina una niña llamada María. María era una niña curiosa y aventurera a la que le encantaba explorar su vecindario y jugar con sus amigos.

Sin embargo, un día especial se acercaba: el 31 de octubre, conocido como el Día de las Brujas. Todos en el pueblo decían que en esa noche las brujas salían a hacer travesuras y lanzar hechizos a aquellos que desobedecían a sus padres.

María, emocionada por la idea de aventura, decidió pedirle permiso a su mamá para salir esa noche. Pero su mamá, preocupada por la leyenda del Día de las Brujas, le dijo que no podía salir.

María, desobedeciendo las indicaciones de su mamá, decidió aventurarse por su cuenta esa noche, sin saber lo que le esperaba. La noche caía y el pueblo se sumía en la oscuridad.

María caminaba por las calles, emocionada por la emoción de la aventura, pero de repente, un escalofrío recorrió su cuerpo. Frente a ella, una figura misteriosa se acercaba, era la Temible Bruja del 31 de octubre, quien le lanzó una maldición. María, asustada, corrió de regreso a su casa. Una vez allí, su mamá la abrazó con preocupación.

María, entre lágrimas, le contó a su mamá lo que le había sucedido.

Su mamá, con ternura, le explicó que las leyendas del Día de las Brujas eran solo cuentos y que lo más importante era siempre escuchar a sus padres y seguir las reglas para evitar problemas. María comprendió la importancia de la obediencia y aprendió la valiosa lección de que las decisiones de sus padres siempre son para protegerla.

Desde ese día, María prometió ser una niña obediente y responsable, sabiendo que el amor y la protección de sus padres eran su mayor tesoro.

FIN.

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