María y el Misterio del Regalo Perdido



Era un hermoso día soleado, el 9 de diciembre, y María estaba emocionada porque cumplía 7 años. Con su top rosa preferido, corrió al parque donde sus amigas la esperaban para celebrar su cumpleaños.

"¡Feliz cumpleaños, María!", gritaron Irene, Paola, Carmen, Alma y María José al verla.

María sonrió y se lanzó a jugar con ellas, compartiendo risas y juegos de la tarde. Desplegaron una gran manta en el césped y comenzaron a hacer un picnic. La mamá de María, Lorena, había preparado una torta de chocolate que hizo que todos se relamieran.

"¡Justo lo que necesitamos!", dijo Carmen.

Mientras comían, Marco, el hermano de María, se acercó un poco tímido.

"¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó.

"¡Claro!", le respondió Paola.

Todos comenzaron a jugar con una pelota, cuando de repente, las risas se interrumpieron.

"¿Dónde está mi regalo?", se preguntó María.

María miró a su alrededor y no encontró el bonito paquete que había llegado esa mañana.

"¿Quién lo vio?", preguntó con un tono preocupado.

Las amigas comenzaron a inspeccionar el lugar.

"Tal vez se lo llevó el viento", sugirió Alma.

"Vamos a buscarlo juntas", dijo María José, y todas asintieron con entusiasmo.

Se pusieron en grupo y empezaron a rastrear el área del parque. Miraron detrás de los árboles, debajo de los bancos y hasta en los arbustos, pero no había ningún rastro del regalo.

"¿Y si alguien se lo llevó?", propuso Marco con los ojos abiertos.

"¡No puede ser!", respondió María.

Con cada lugar que buscaban, la esperanza de encontrar su regalo se desvanecía un poco más. Pero María no se dejó vencer.

"Chicas, no podemos rendirnos. Un cumpleaños tan especial se merece un final feliz", dijo con determinación.

Las chicas optaron por distraerse un momento y comenzaron a idear un plan. Así, tuvieron una idea genial: organizar un juego de búsqueda del tesoro.

"Yo puedo dibujar el mapa!", dijo Carmen mientras sonreía.

Las amigas dividieron tareas, algunas hicieron listas de objetos que debían buscar en el parque, mientras otras dibujaban pistas. Todos se unieron y eso las hizo sentir bien. Juntas se pusieron manos a la obra.

Después de un rato, mientras buscaban una pelota perdida que también tenían que encontrar, de repente, Paola gritó:

"¡Chicas, miren! ¡Ahí está!", señalando hacia una bola de papel arrugado cerca de un arbusto.

Corrieron hacia el lugar y entre las hojas, descubrieron el regalo de María, ¡todas se pusieron felices!"¿Cómo llegó ahí?", se preguntó María, muy emocionada.

"¡Tal vez una ardillita lo encontró y lo trajo para jugar!", bromeó Irene mientras reían a carcajadas.

María abrió el regalo mientras todos la miraban con expectación. Era un hermoso libro de cuentos.

"¡Es perfecto!", exclamó María.

De pronto, Marco miró hacia la caja y dijo:

"Y si lo leemos juntos todos los sábados, ¿qué les parece?", preguntó.

"¡Sí!", gritaron todas.

Así, el cumpleaños de María se convirtió en el día en que no solo encontró su regalo perdido, sino que, con la ayuda de sus amigos, descubrió el verdadero significado de la amistad, trabajar en equipo, y cómo juntos se pueden superar cualquier contratiempo.

Ese día, entre risas, juegos y ahora cuentos, todos se prometieron jamás olvidar la aventura del regalo perdido. En la mente de María, este cumpleaños sería recordado siempre, no solo por su libro, sino por la maravillosa experiencia vivida y el valor de la unión en los momentos difíciles.

María se fue a casa con su familia, con el corazón lleno de alegría, y una sonrisa que desbordaba felicidad, porque entendió que, a veces, la verdadera diversión está en la búsqueda y no solo en el regalo.

FIN.

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