María y el poder de la amistad



Había una vez una niña llamada María que estaba a punto de comenzar su primer día de clases. Estaba emocionada por conocer a nuevos amigos y aprender cosas nuevas, pero también se sentía muy tímida y nerviosa.

Cuando llegó al colegio, entró en el salón de clases y vio a todos los demás niños jugando y riendo juntos. María se sintió aún más tímida, pensando que no encajaría en ese grupo tan animado.

Se escondió tímidamente detrás de su mochila, esperando pasar desapercibida. La maestra del salón, la señorita Laura, notó inmediatamente la timidez de María. Se acercó a ella con una sonrisa cálida y le dijo: "Hola María, bienvenida a nuestra clase.

Estoy feliz de tenerte aquí". María levantó tímidamente la cabeza y respondió: "Hola señorita Laura". La maestra podía ver lo incómoda que se sentía María, así que decidió hacer algo especial para ayudarla a sentirse mejor.

Reunió a todos los niños alrededor del escritorio y les dijo: "Chicos, hoy tenemos una nueva amiga llamada María. Ella está un poco tímida en este momento, así que quiero que todos hagamos nuestro mejor esfuerzo para hacerla sentir bienvenida".

Todos los niños asintieron con entusiasmo y sonrieron hacia María. La maestra propuso un juego divertido para romper el hielo: cada uno debía presentarse diciendo su nombre favorito junto con algo interesante sobre sí mismos.

El primer niño se acercó y dijo: "Hola, soy Juan y mi nombre favorito es el de un superhéroe, Spiderman". Todos aplaudieron y rieron. Luego fue el turno de María.

María se levantó tímidamente y dijo: "Hola, soy María y mi nombre favorito es el mío porque me lo puso mi abuela". Los niños sonrieron y la animaron. La maestra también aplaudió y le dijo: "Eso es genial, María. Es importante amar tu propio nombre".

A medida que los niños continuaban presentándose, María comenzó a sentirse más cómoda en su nueva clase. Descubrió que tenía cosas en común con algunos de sus compañeros, como gustos por ciertos colores o deportes.

Después del juego de presentación, la señorita Laura les enseñó una canción divertida sobre la amistad. Todos los niños cantaron alegremente juntos mientras bailaban al ritmo de la música.

A medida que pasaban los días, María se volvió más confiada en sí misma gracias al apoyo de sus nuevos amigos y la maestra. Participaba activamente en las actividades escolares y compartía sus ideas durante las clases. Un día, durante una excursión al parque, María se dio cuenta de que ya no era tan tímida como antes.

Se acercó a un grupo de niños que estaban jugando fútbol y les preguntó si podía unirse a ellos. Ellos aceptaron encantados y pronto todos estaban riendo mientras jugaban juntos.

Al final del año escolar, la señorita Laura organizó una fiesta para celebrar todo lo que habían aprendido juntos. Cada niño recibió un diploma de "Amistad y Confianza" por haberse apoyado mutuamente a lo largo del año.

María se sentía orgullosa de su diploma y sabía que había superado su timidez gracias al cariño y la confianza que le brindaron sus amigos y la maestra. Se dio cuenta de que ser tímida no era algo malo, simplemente necesitaba tiempo para encontrar su voz.

Y así, María aprendió una valiosa lección: nunca debemos subestimar el poder de la amabilidad y la confianza en ayudar a alguien a superar sus miedos. Con el apoyo adecuado, todos podemos crecer y brillar como las estrellas más brillantes en el cielo.

FIN.

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