María y el Poder de las Palabras



María era una niña muy curiosa, llena de sueños e imaginaciones. Sin embargo, había algo que le inquietaba: no sabía leer. Cada vez que su mamá la llevaba al colegio, ella sentía un nudo en el estómago.

"Mamá, ¿y si no entiendo nada hoy en clase?", decía María, mirando al suelo.

"No te preocupes, María. Todos están aprendiendo, y la maestra siempre está ahí para ayudarte", le respondía su mamá con una sonrisa.

Pero a María no le convencían las palabras de su mamá. Su corazón se llenaba de ansiedad al pensar en lo que pasaría si tenía que leer en voz alta.

Un día, al llegar al colegio, se sentó en su pupitre, con la cabeza agachada. A su lado, estaba su amigo Lucas, un niño generoso que siempre le daba ánimo.

"¿Qué te pasa, María?", preguntó Lucas.

"Tengo miedo de que la maestra me haga leer. No sé cómo hacerlo", susurró María, temblando un poco.

"No te preocupes, por hoy vamos a hacer un trato. ¡Te ayudaré a practicar!", dijo Lucas, sonriendo.

María se sintió un poco más tranquila y pasaron la mañana haciendo dibujos en lugar de leer. Sin embargo, al llegar la hora de la lectura, la maestra se acercó a María.

"María, quiero que leas el cuento que tenemos hoy. ¿Te gustaría intentarlo?", le preguntó la maestra con una voz amable.

"No sé si puedo, maestra", respondió María, mirando al suelo de nuevo.

"Para mí, el primer paso es intentarlo. Todos somos buenos en algo, y yo estoy aquí para ayudarte. ¿Quién sabe? Tal vez descubras que lo disfrutas", dijo la maestra, con una mirada comprensiva.

María sintió que su corazón latía con fuerza, pero decidió intentarlo. Subió al estrado y sostuvo el libro temblando. Las palabras parecían danzar frente a sus ojos, pero recordó que Lucas estaba ahí.

De repente, Lucas gritó desde su asiento:

"¡María, recuerda lo que hablamos! ¡Eres valiente! ¡Solo empieza a leer una palabra a la vez!"

María respiró profundo y comenzó a leer lentamente. Pudo pronunciar algunas palabras y cada vez que lo hacía, la alegría crecía en su interior, como si le dieran fuerza.

"¡Lo has hecho, María! ¡Vamos, sigue!", la animó Lucas desde su lugar.

Todo el salón empezó a aplaudir y, poco a poco, la timidez de María se fue disipando. Cuando terminó de leer, la maestra le dio una gran palmadita en la espalda.

"¡Muy bien, María! ¡Estoy muy orgullosa de ti!", dijo la maestra.

"¡Gracias!", respondió María con una sonrisa radiante. Por primera vez, se sintió parte de su clase y el miedo que había sentido antes comenzó a desvanecerse.

A partir de ese día, María entendió que leer no solo era una habilidad, sino una puerta a nuevas aventuras. Los días pasaron y, aunque a veces aún se sentía nerviosa, comenzó a practicar con Lucas después de clases.

María y Lucas crearon un club de lectura donde leían cuentos y se contaban historias. Pronto, María se dio cuenta de que no solo estaba aprendiendo a leer, sino que estaba creando recuerdos maravillosos y fortaleciendo su amistad con Lucas.

Con el tiempo, María se convirtió en una gran lectora. Un día, la maestra le pidió que leyera en una presentación frente a todos sus compañeros. En lugar de sentir miedo, sintió gratitud por el apoyo de sus amigos y su maestra.

"Ahora sé que las palabras tienen poder", reflexionó María para sí misma, mientras miraba a su alrededor y sonreía.

Su viaje al aprendizaje y a la lectura había comenzado con un miedo, pero terminó como una aventura increíble llena de amor, amistad y valentía. María aprendió que no hay que tener miedo de lo desconocido y que siempre se puede contar con la ayuda de quienes están a nuestro alrededor. Y entre risas y cuentos, hizo su camino hacia el mundo de las palabras, que ahora eran sus mejores amigas.

Y así, María comprendió que, aunque al principio las letras parecieran extrañas, cada una de ellas estaba cargada de magia y posibilidades.

Desde ese día, nunca volvió a temer al colegio. En cambio, iba con una gran sonrisa, lista para descubrir nuevas historias y aprender, porque sabía que siempre podría contar con sus amigos y maestros para ayudarla en cada paso del camino.

FIN.

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