María y el Soccer del Miedo
Había una vez en un barrio lleno de risas y juegos, una niña llamada María. Era una niña muy alegre, con una sonrisa que iluminaba incluso los días nublados. Le encantaba estudiar y pasar tiempo con sus amigas, especialmente jugando al fútbol en el parque. María tenía un talento especial para el deporte y siempre soñaba con ser una gran jugadora.
Un día, mientras jugaban al fútbol, su primo Joaquín llegó a la casa. Joaquín era un poco travieso, y le encantaba hacer bromas. Cuando vio a María y a sus amigas jugar, decidió que era el momento perfecto para asustarlas. Se escondió detrás de un árbol y cuando menos lo esperaban, salió gritando:
- ¡Boo! ¡Soy un fantasma!
Las amigas de María se asustaron mucho y comenzaron a correr, mientras que María, aunque sorprendida, logró contener la risa.
- ¡Joaquín, no hagas eso! - le dijo María, mientras trataba de calmar a sus amigas. Pero Joaquín sólo se reía a carcajadas.
La madre de María, que había estado escuchando desde la casa, salió y gritó:
- Joaquín, eso no se hace. ¿Por qué asustas a las chicas? ¡No es gracioso! - dijo muy enojada.
Joaquín tocó su nariz con ternura, sintiendo que había cruzado una línea. María, viendo lo que había pasado, decidió hacer algo para que todos estuvieran bien.
- Escuchen, chicas, ¿por qué no jugamos un partido juntos? Si Joaquín quiere jugar con nosotras, entonces no tiene que asustar a nadie. Así que, Joaquín, ven a jugar. - propuso María con una gran sonrisa.
- ¿De verdad puedo jugar? - preguntó Joaquín, sorprendido.
- ¡Sí! - contestó María, a lo que sus amigas también asintieron.
Así fue como comenzaron a jugar un partido de fútbol en el parque. Joaquín, al principio, se sintió un poco raro. No era tan bueno como las chicas, pero les gustaba mucho correr y divertirse. Cada vez que perdía la pelota, se reía de sí mismo y gritaba:
- ¡Soy un fantasma de fútbol!
La madre de María los observaba desde la distancia, sonriendo al ver cómo todos se divertían. Al final de la tarde, las chicas y Joaquín estaban agotados, pero felices. María se acercó a Joaquín y le dijo:
- Sabés, a veces es mejor ser parte del juego que asustar a los demás. Todos se divirtieron, incluyéndote a vos.
- Tenés razón, María. ¡No haré más trucos de miedo! - dijo Joaquín, con una nueva actitud.
Desde ese día, Joaquín se convirtió en uno más del grupo. Aprendió a disfrutar el fútbol y a ser un buen amigo. María enseñó a sus amigas y a Joaquín que jugar y estar juntos es mucho mejor que asustar. Y así, cada tarde se convertía en una nueva aventura llena de risas, goles y un gran compañerismo.
María y sus amigas siempre recordarán aquel día en que un primo travieso cambió su forma de jugar por un camino lleno de diversión y amistad.
FIN.