María y la Aventura en el Bosque



Era un soleado sábado cuando María, una niña de ocho años con una gran sonrisa, fue de compras con su abuela Rosa. "Abuela, ¿podemos comprar galletitas?"- preguntó María en su voz más dulce. "¡Por supuesto, mi amor!"- respondió Rosa, riendo mientras tomaba la mano de su nieta.

Las dos recorrieron el mercado lleno de colores, olores y aromas que hacían que los ojos de María brillaran de emoción. Después de comprar algunas frutas y verduras, Rosa le dijo: "María, vamos a pasear un rato. Se me antoja un helado. ¿Te gustaría?"-

María asintió con entusiasmo, y juntas se fueron a una heladería cercana.

Mientras disfrutaban de sus helados, María notó que varios niños jugaban en un parque cercano. Con curiosidad, se acercó a ellos. "¡Hola!"- saludó la niña, llena de energía. Los niños respondieron: "¡Hola! Vení, estamos jugando a la escondida. ¿Querés jugar con nosotros?"-

María miró a su abuela, quien sonrió y le hizo un gesto de aprobación. "Está bien, pero cuídate y no te alejes mucho"- le advirtió Rosa.

Emocionada, María se unió al juego. Corrieron, rieron y se escondieron detrás de árboles y arbustos. A medida que el tiempo pasaba, y jugando a atrapar, se alejaron del parque y se adentraron en un hermoso bosque.

María nunca había estado en un lugar tan mágico. "¡Miren!"- exclamó, señalando unas mariposas que revoloteaban. "¡Qué lindas!"- dijo uno de los chicos llamado Lucas, mientras doblaba una hoja en forma de barco. Pero, en su emoción, María no se dio cuenta de cuán lejos estaban del parque.

Después de jugar hasta el cansancio, se dieron cuenta de que no sabían cómo volver. "¿Dónde estamos?"- preguntó María, sintiendo un nudo en su estómago. "Yo creo que hemos ido demasiado lejos"- dijo una niña llamada Sofía. Todos se miraron preocupados.

"No se preocupen, ¡podemos encontrar el camino!"- intentó animarlos Lucas, pero los árboles parecían cerrarles el paso. María empezó a sentir miedo. "Abuela, ¿dónde estás?"- murmuraba sin darse cuenta que su abuela no podía oírla.

"María, intentemos acordarnos del camino que tomamos"- sugirió Sofía. "¡Sí! Fuimos al lado de un arroyo, luego hacia unos árboles grandes"- dijo Lucas. Decidieron seguir esa dirección, pero el bosque se sentía cada vez más confuso.

De repente, se encontraron con un arroyo que no habían visto antes. "No puede ser, esto no lo recuerdo"- dijo María, desalentada. Sin embargo, Lukas se acercó a la orilla y vio un camino. "Miren, por ahí puedo ver luces. Vamos a seguirlo, tal vez nos lleve de regreso"-.

A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar un sonido familiar. Era la risa de la gente que estaba en el parque. María sintió un alivio en su corazón. "¡Es el parque! Estamos cerca!"- gritó llena de energía.

Finalmente, tras seguir el camino de luces, llegaron de regreso. El parque estaba lleno de gente, y entre ellos, María pudo ver a su abuela buscándola con gran preocupación. "¡Abuela!"- gritó María mientras corría hacia ella.

Rosa la abrazó con fuerza. "¡Ay, María! Te estaba buscando por todas partes!"- dijo, con lágrimas en los ojos de felicidad. "Lo siento, abuela, me perdí jugando..."- se disculpó ella.

"Lo importante es que estás bien. Pero tienes que prometerme que no te alejarás tanto. El juego es divertido, pero siempre hay que cuidar de no perderse"- le enseñó Rosa con ternura.

María asintió. "Lo prometo, abuela. ¡Y también prometo que te llevaré a mi próxima aventura en el bosque!"-.

Y así, María regresó a casa con su abuela, donde rió y compartió historias de su día con ella. Aprendió que, aunque a veces la aventura puede llevarte a lugares inesperados, siempre es mejor tener a alguien de confianza a tu lado.

Desde entonces, cada vez que María veía un bosque, sonreía recordando su aventura y la promesa que le había hecho a su abuela, afirmando su decisión de siempre tener cuidado en sus exploraciones. Así, sus días de juego fueron siempre llenos de alegría y cariño.

FIN.

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