María y la Magia de la Totora
María era una niña de 7 años que vivía en las islas flotantes de los Uros, en el lago Titicaca. Su familia se dedicaba a tejer hermosas piezas de artesanía con totora, la planta que crecía abundantemente en el lago.
Cada mañana, María ayudaba a su madre a recolectar los tallos de totora, disfrutando del brillo del sol sobre el agua y el suave balanceo de las islas.
Un día, mientras recolectaban totora, María descubrió una pequeña ranita de colores brillantes. -¡Mira, mamá! ¡Es tan linda! -exclamó María emocionada. Su madre sonrió y le contó que esas ranitas eran consideradas guardianas mágicas de la totora.
Esa noche, María soñó con las ranitas y sintió que le susurraban secretos sobre la totora. A la mañana siguiente, María despertó con una idea en la mente. Quería tejer una pieza de totora especial, inspirada en las ranitas mágicas.
Con la ayuda de su madre, María tejió un pequeño tapiz con colores brillantes y formas caprichosas que recordaban a las ranitas. La pieza quedó tan hermosa que llamó la atención de los visitantes que llegaban a las islas. Pronto, el tapiz de María se convirtió en un objeto muy querido por todos.
La historia de la pequeña niña que había capturado la magia de la totora se extendió por el lago Titicaca, y María se convirtió en una fuente de inspiración para otros niños de su comunidad.
A partir de ese día, María supo que la totora era mucho más que una planta para tejer; en cada hebra brillaba un mundo de magia y posibilidades.
Con su creatividad y amor por su hogar, María demostró que la verdadera magia estaba en el corazón de quienes la creaban. Y así, entre risas y tejidos, las islas flotantes de los Uros se llenaron de historias por contar, inspiradas en la magia de la totora.
FIN.