María y la risa contagiosa



Había una vez en un pequeño pueblo llamado MasFonollar, una niña llamada María. María era conocida por ser la más divertida de todo el pueblo.

Siempre estaba inventando juegos nuevos, contando chistes y haciendo reír a todos los que estaban a su alrededor. Un día, en el colegio de MasFonollar, la maestra les anunció a todos los niños que iban a organizar un concurso para ver quién era el más divertido del pueblo.

Todos los niños se emocionaron con la idea, pero sabían que competir contra La Maria no iba a ser fácil. "¡Vamos a ganar este concurso! ¡Somos el mejor equipo!" -dijo María emocionada, reuniendo a sus amigos para practicar sus actos cómicos.

Los días pasaron y finalmente llegó el gran día del concurso. Los niños subieron al escenario uno por uno para mostrar sus talentos y hacer reír al jurado. La tensión aumentaba mientras cada participante mostraba lo mejor de sí mismo.

Cuando llegó el turno de La Maria, ella subió al escenario con una gran sonrisa en su rostro y comenzó a contar un chiste tras otro. El público no paraba de reírse con sus ocurrencias y ocurrencias.

Al finalizar su actuación, el jurado se reunió para deliberar y tomar una decisión. Todos estaban ansiosos por saber quién sería nombrado como el más divertido del MasFonollar.

Finalmente, la maestra tomó el micrófono y dijo: "Y el premio al niño más divertido del pueblo es... ¡La Maria!". Todos aplaudieron y vitorearon a María, quien saltaba de alegría en el escenario. "¡Lo logramos chicos! ¡Somos los mejores!" -exclamó María abrazando a sus amigos.

Desde ese día, La Maria siguió siendo la niña más divertida del MasFonollar, pero también demostró que la verdadera diversión está en compartir momentos felices con quienes te rodean y en trabajar juntos para alcanzar un objetivo común.

Y así, entre risas y alegría, María enseñó a todos que siempre es importante mantener viva la chispa del humor en nuestras vidas.

FIN.

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