María y la visita de Papá Noel
Era la nochebuena en la pequeña ciudad de Buenos Aires, y María estaba llena de emoción. Había pasado toda la tarde ayudando a su mamá a decorar el árbol, colgando luces brillantes y poniendo en su lugar cada adorno con mucho cuidado. Miró por la ventana y vio cómo la nieve caía suavemente, cubriendo las calles de un manto blanco. "¿Cómo será Papá Noel?" - se preguntó en voz alta, mientras su pequeño perro, Rufus, se acurrucaba a su lado.
Mientras María se acomodaba en su cama, comenzó a imaginar a Papá Noel: un hombre alto, con una gran barba blanca, vestido con un traje rojo brillante y su bolsa llena de regalos. "¡Espero que llegue pronto!" - dijo emocionada.
Pero mientras sus ojos se cerraban, María sintió un ligero sopor y se quedó dormida. En sus sueños, el aire se llenó de magia, y se encontró en el taller de Papá Noel en el Polo Norte.
"¡Bienvenida, María!" - exclamó Papá Noel, sonriendo. "He estado esperando tu visita. ¡Tenemos tanto por hacer!"
María observó a los elfos trabajando ágilmente, pintando juguetes y embalanado regalos. "¿Puedo ayudar?" - preguntó con entusiasmo.
Papá Noel asintió. "Por supuesto. Cada año, necesitamos el apoyo de amigos como tú. Pero este año hay algo especial. Necesitamos que elijas un regalo especial para cada niño que ha sido bueno."
María se sintió muy importante. Comenzó a pensar en sus amigos y en lo que realmente necesitaban. "A Sofía le encanta pintar, tal vez un set de acuarelas. Y a Juan le gusta leer, entonces un libro de aventuras..."
A medida que escogía los regalos, los elfos la alentaban. "¡Qué gran elección, María!" - decía uno de ellos. "Los regalos deben ser útiles, pero también llenos de amor."
Sin embargo, mientras estaban en eso, una alarma sonó en el taller. "¡Oh no!" - dijo un elfo asustado. "Nos hemos quedado sin suficientes juguetes para todos los niños. No podremos entregar los regalos a tiempo."
María sintió que el pánico comenzaba a apoderarse de ella, pero luego recordó algo que había aprendido. "Podemos trabajar en equipo. ¡Tal vez podamos hacer más juguetes!"
"¡Eso es brillante, María!" - exclamó Papá Noel, y todos comenzaron a organizarse. María y los elfos se pusieron manos a la obra, creando juguetes de cartón, pintura y muchas sonrisas.
Trabajaron y trabajaron, cantando y riendo, hasta que al final lograron preparar suficientes regalos para todos los niños. "¡Lo hicimos!" - gritó María.
Papá Noel sonrió orgulloso. "Tú has demostrado que cuando trabajamos juntos, ¡podemos lograr grandes cosas!"
El tiempo pasó volando, y antes de que María se diera cuenta, se sentía de nuevo en su cama. Despertó y corrió hacia la ventana. "¿Habrá regalos?" - se preguntó.
Al asomarse, vio que la nieve había dejado un hermoso paisaje, y en el jardín había regalos decorados con cintas brillantes. "¡Rufus! ¡Mira, llegó Papá Noel!"
Aquel año, María no solo recibió regalos, sino que también entendió el verdadero espíritu de la Navidad: el poder de trabajar en equipo, la importancia de dar y el amor que se pone en cada acción.
Desde entonces, cada año, María se aseguraba de ayudar a sus amigos y a todos los que la rodeaban, porque sabía que la verdadera magia no está solo en recibir, sino en dar y compartir con los demás. Y así, María, junto a Rufus y sus amiguitos, esperaron siempre con ilusión la Navidad, sabiendo que, juntos, podían lograr cualquier cosa.
FIN.