Maria y su nuevo hermanito
Maria era una niña muy traviesa que pasaba el día jugando en su casa, dentro y fuera, siempre risueña y dispuesta a hacer travesuras. Le encantaba pasar tiempo con su familia. Su papá, que siempre estaba dispuesto a ayudarla con las tareas de la escuela, y su mamá, que era una experta en la cocina, se pasaba el día horneando pasteles deliciosos.
Un buen día, Maria entró a la cocina mientras su mamá estaba preparando un pastel de chocolate.
"¡Mamá! ¿Podemos hacer un pastel para celebrar que ya falta poco para que llegue el bebé?" - le preguntó con esa sonrisa pícara que la caracterizaba.
"Por supuesto, Maria. Pero primero ayúdame a juntar todos los ingredientes, ¿sí?" - respondió su mamá, alegremente.
Maria comenzó a correr por la cocina, buscando los ingredientes mientras su mamá sonreía, encantada con la energía de su hija. Mientras armaban el pastel, Maria le preguntó:
"Mamá, ¿será un hermanito o una hermanita?"
"No lo sabemos todavía, pero sea quien sea, ¡lo vamos a querer mucho!"
El día siguiente, su mamá la llevó a la ecografía donde podía ver, aunque no lo entendía completamente, a su futuro hermanito. Maria no podía contener su emoción.
"¡Papá, mirá! ¡Voy a ser hermana mayor! ¡Ahora seremos cuatro!" - dijo al llegar a casa.
Pero no todo sería tan fácil. Maria, al principio, se sintió un poco celosa. A medida que la pancita de su mamá crecía, sentía que su madre no le prestaba tanta atención.
Un día, mientras estaba con su papá haciendo la tarea, le sollozó:
"Papá, creo que me estoy sintiendo medio sola desde que mamá está con el bebé. ¿Te vas a ir con ellos?"
El papá la miró con cariño y le sonrió.
"Maria, nunca te dejaría sola. Siempre serás mi niña traviesa. Además, el bebé va a necesitar de tu ayuda. Eres muy especial para nosotros. ¿No ves? ¡Vas a ser la mejor hermana del mundo!"
Maria se sintió mucho mejor y decidió que en vez de celos, iba a ayudar a su mamá a prepararse para la llegada del nuevo integrante de la familia. Comenzó a hacerle dibujos y preparar un álbum con fotos de su familia para que el bebé pudiera conocerlas cuando llegara. Le decía a su mamá mientras dibujaba:
"Este va a ser un gran regalo para el nuevo bebé. Ya quiero conocerlo y darle un nombre. ¿Qué te parece llamar a la hermana Flor?"
"¡Flor es un nombre hermoso! Pero si es un hermanito tal vez necesitamos pensar en otro nombre, ¿verdad?" - su mamá decía mientras le daba un beso.
Maria se puso a pensar.
- “¡Ya sé! Si es un hermanito, ¡podemos llamarlo Leo! Como el león, que es fuerte y protector.”
Su mamá se rió y siguieron hablando sobre los nombres, mientras continuaban con la preparación para la llegada del bebé.
Finalmente, un día todo cambió. Una mañana, su mamá la despertó muy emocionada.
"Maria, hoy es el día. ¡Vamos al hospital!"
Maria sintió mariposas en el estómago, se preparó rápido y junto a su papá fueron al hospital. Cuando llegaron, su mamá ya estaba acomodada en una camilla, parecía que todo iba tan rápido.
Después de unas horas, Maria escuchó el llanto del bebé y su corazón se llenó de alegría. Cuando la dejaron entrar, vio a su hermano envuelto en una mantita blanca.
- “¡Hola, hermanito! Soy Maria, tu hermana mayor. ¡Te voy a cuidar! ” - dijo emocionada.
Y aunque no entendía aún lo que significaba ser hermana mayor, prometió hacerlo con todo su corazón.
En su camino de aprendizaje, Maria se dio cuenta de que no solo tenía que compartir el amor de sus padres, sino que también podía compartir todas sus aventuras, jugar, enseñar y ser un gran ejemplo para su nuevo hermano.
Con el tiempo, Maria entendió que la llegada de su hermanito no restaba amor, sino que lo multiplicaba. Ahora su familia era más grande y más unida que nunca. Todos juntos hacían del hogar, un lugar lleno de risas, juegos, y por supuesto, deliciosos pasteles.
FIN.