María y su Perro Aventura
Era un día soleado en el pequeño pueblo de La Esperanza, y María, una niña de 10 años, estaba muy emocionada porque iba a salir a pasear con su mejor amigo, un perro llamado Rocco. Rocco era un perrito muy juguetón y siempre estaba listo para la aventura.
María miró a Rocco y le dijo: "¡Vamos Rocco! Hoy exploraremos el bosque detrás de la escuela!". Rocco movió su cola, como si entendiera cada palabra.
Cuando llegaron al bosque, María y Rocco se maravillaron con los altos árboles, el canto de los pájaros y el murmullo de un arroyo cercano. De repente, Rocco escuchó un ruido extraño y comenzó a ladrar con entusiasmo.
"¿Qué es eso, Rocco? Vamos a ver!" -dijo María, siguiendo a su perro curioso.
Rocco llevó a María hasta un pequeño claro donde encontraron un conejo atrapado en una malla. María se agachó y dijo:
"Pobre conejito, tenemos que ayudarlo!".
Rocco ladraba, como si estuviera animando a María. Con mucho cuidado, María comenzó a desenredar la malla que tenía atrapado al conejito.
"¡Listo! ¡Ya estás libre!" -dijo María, mientras el conejito saltaba feliz hacia la libertad.
Rocco movió su cola en señal de celebración.Y mientras veían al conejito irse, María sonrió y dijo: "Hicimos algo bueno hoy, Rocco!".
Continuaron explorando el bosque, pero pronto se encontraron con otro problema. Un grupo de niños había construido un fuerte de ramas, pero algo no iba bien. Los niños estaban discutiendo porque no podían decidir cómo decorarlo.
María, al verlos pelear, se acercó y dijo:
"Hola chicos, ¿por qué están tan enojados?".
Un niño alto respondió:
"No podemos ponernos de acuerdo en los colores de la bandera para el fuerte".
María pensó un momento y dijo:
"¿Y si hacemos varios colores y los combinamos? Así todos estarán felices".
Los niños se miraron, sorprendidos. "¡Esa es una gran idea!" -dijo otra niña.
Rocco, emocionado, empezó a ladrar y saltar. Todos comenzaron a trabajar juntos. María propuso:
"Vamos a hacer una bandera grande con todos los colores que queramos!".
Y así lo hicieron. Con risas y alegría, los niños decoraron el fuerte y, cuando terminaron, lo miraron con orgullo.
"¡Gracias, María!" -dijeron todos al unísono.
Ella sonrió y se sintió feliz de haber ayudado. Luego, María y Rocco siguieron su camino. Pero, al poco rato, se dieron cuenta de que se estaba oscureciendo y empezaron a preocuparse.
"¿Rocco, creés que sabemos cómo volver?" -preguntó María, mirando alrededor.
Rocco, con su instinto canino, comenzó a caminar en dirección hacia donde pensaban que estaba la salida.
María lo siguió confiando en su amigo. Pero, al avanzar, se encontraron en un lugar donde nunca habían estado antes.
"Esto no se parece a nada de lo que hemos visto" -dijo María, un poco asustada.
Rocco se quedó quieto, olfateando el aire.
"¿Qué hacemos ahora?" -preguntó María, sintiéndose un poco perdida.
Entonces, Rocco empezó a ladrar de nuevo. María miró al horizonte y vio una luz parpadeante.
"¡Rocco, eso debe ser la salida!" -gritó María emocionada. Juntos corrieron hacia la luz.
A medida que se acercaban, pudieron ver que era una linterna que pertenecía a un grupo de excursionistas que estaban armando su campamento.
"Hola, pequeños aventureros! ¿se han perdido?" -preguntó el líder del grupo.
María respondió:
"Sí, pero Rocco me ha ayudado a volver!".
"¡Qué gran compañero has elegido! Siempre es bueno tener un mejor amigo a nuestro lado" -dijo el excursionista sonriendo.
Y así, gracias a la valentía de Rocco y la ingenio de María, encontraron el camino de regreso al pueblo.
Cuando llegaron a casa, María abrazó a Rocco y le dijo: "Hoy fue un gran día, ¿no? Ayudamos a un conejito, hicimos nuevos amigos y encontramos nuestro camino gracias a vos".
Rocco le ladró feliz, y juntos, se acomodaron en el sofá para descansar después de su aventura, soñando con qué nuevas travesuras les esperaban al día siguiente.
FIN.