María y sus gestos mágicos



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, una joven llamada María.

María era una estudiante universitaria de educación inicial que soñaba con convertirse en una gran maestra y ayudar a los niños a descubrir el maravilloso mundo del aprendizaje. María amaba mucho a su familia, especialmente a su abuelita Rosa, quien siempre la apoyaba y le daba sabios consejos. También tenía un novio llamado Juan, quien la hacía muy feliz y juntos compartían momentos inolvidables.

Una de las virtudes más grandes de María era su responsabilidad. Siempre cumplía con sus deberes académicos y se esforzaba al máximo para obtener buenas calificaciones.

Además, era muy solidaria y siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes más lo necesitaban. Sin embargo, María tenía un defecto: no podía controlar sus gestos cuando algo no le gustaba. A veces fruncía el ceño o cruzaba los brazos con fuerza, mostrando su descontento de manera evidente.

Un día, mientras María caminaba por el parque pensando en su futuro como maestra, escuchó unos llantos provenientes de un arbusto cercano. Se acercó curiosa y descubrió a un pajarito atrapado entre las ramas.

Sin dudarlo, María liberó al pajarito con cuidado y este salió volando felizmente. "¡Gracias por salvarme!", cantó el pajarito mientras revoloteaba alrededor de María. María sonrió sintiéndose contenta por haber podido ayudar a aquel pequeño ser.

En ese momento comprendió que la paciencia y la calma eran importantes incluso cuando las cosas no salían como esperábamos. Decidió entonces poner en práctica su nueva lección cuando llegó a casa y encontró que su hermanito menor había desordenado todo su cuarto sin querer.

En lugar de enfadarse como solía hacerlo antes, respiró hondo y con calma le explicó por qué era importante mantener el orden. Con el tiempo, María fue mejorando en controlar sus gestos y emociones negativas.

Sus amigos notaron el cambio y le expresaron lo orgullosos que estaban de ella. Finalmente, llegó el día en que María se graduó como maestra con honores y recibió aplausos de todos sus seres queridos.

Se sintió plena al saber que había logrado alcanzar sus metas gracias a su esfuerzo constante y su determinación para mejorar cada día.

Y así, María se convirtió en una inspiración para todos los niños a los que enseñaba, demostrándoles que con paciencia, amor y perseverancia se pueden superar cualquier obstáculo en la vida.

FIN.

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