Mariana, la bruja bondadosa


Había una vez una niña llamada Mariana, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles y montañas. Mariana era una niña valiente y aventurera a la que le encantaba descubrir cosas nuevas.

Un día, Mariana decidió hacer una visita sorpresa a su tía Clara, quien vivía en lo alto de una colina.

Sin embargo, al llegar a la casa de su tía, se dio cuenta de algo muy sorprendente: ¡su tía era una bruja! Mariana quedó asombrada al ver calderos burbujeantes y gatos negros que volaban por toda la sala. Pero antes de que pudiera escapar corriendo, su tía Clara la vio y supo que había descubierto su secreto. -¡Oh no! -exclamó Mariana-.

¿Qué hará mi tía ahora? Seguro me convertirá en sapo o algo peor. Pero para sorpresa de Mariana, su tía Clara no parecía enfadada en absoluto. De hecho, tenía una sonrisa amable en el rostro. -Tranquila, querida sobrina -dijo Clara-.

No te preocupes por mi magia. Si prometes mantenerlo en secreto, estaré dispuesta a enseñarte todos mis hechizos mágicos. Mariana no podía creer lo que estaba escuchando.

¡Ella tendría el poder mágico como su tía! Sin embargo, también sabía que debía ser cuidadosa con este nuevo conocimiento. -Lo prometo -respondió Mariana emocionada-. Mantendré tu secreto seguro mientras me enseñas tus hechizos.

A partir de ese día, Mariana se convirtió en la aprendiz más entusiasta de su tía Clara. Juntas, exploraron el mundo mágico y aprendieron a hacer hechizos para ayudar a las personas y al medio ambiente. Un día, mientras estaban paseando por el bosque, vieron un lago lleno de basura y animales tristes.

Mariana sabía que tenía que hacer algo al respecto. -Tía Clara, ¿podemos usar nuestros hechizos para limpiar este lago y devolverle la alegría a los animales? -preguntó Mariana con determinación. -¡Por supuesto! -respondió su tía-.

Pero recuerda, siempre debemos utilizar nuestra magia para el bien. Nunca para hacer daño o causar problemas. Mariana asintió y juntas conjuraron un poderoso hechizo que transformó la basura en hermosas flores y limpió el agua del lago.

Los animales regresaron felices y agradecidos. A medida que pasaba el tiempo, Mariana se dio cuenta de lo importante que era usar su magia responsablemente. Aprendió que ayudar a los demás era mucho más gratificante que usarla egoístamente.

Un día, cuando ya era una bruja experimentada como su tía Clara, decidió compartir sus conocimientos con los niños del pueblo. Les enseñó cómo cuidar el medio ambiente y cómo usar la magia para resolver problemas sin causar daño.

El pueblo se volvió más feliz gracias a las acciones mágicas de Mariana y sus amigos. La gente comenzó a respetar aún más la naturaleza y todos vivían en armonía con ella.

Mariana había aprendido que la magia no solo estaba en los hechizos, sino también en el amor y la bondad que cada uno podía ofrecer. Y aunque su tía Clara ya no estaba, Mariana siempre recordaría con cariño las enseñanzas mágicas que le había transmitido.

Y así, Mariana se convirtió en una bruja valiente y sabia, cuyos hechizos eran conocidos por todo el pueblo. Pero más allá de eso, era admirada por su generosidad y su capacidad para hacer del mundo un lugar mejor.

Y colorín colorado, esta historia llena de magia y amor ha terminado.

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